Cuando Adam Weshapt creó la orden de los Illuminatii, dejó a un gran representante, Albert Pike, autor de la obra “Moral y dogma del antiguo y aceptado rito escocés de la masonería”. En esta obra menciona estas palabras: “Lucifer, el portador de la luz. Extraño y misterioso nombre para dar al espíritu de la oscuridad. Lucifer, el hijo de la mañana…
Un año antes, dejó descrito un plan para tres guerras mundiales: la primera tenía como intención destruir a la familia de los zares Rusia, cumpliendo la venganza de Natham Mayer de Rotshchild porque dicho país no se adscribió al Tratado de Viena de 1815, presidido por este siniestro personaje; la segunda, según su visión, sería crear el fascismo y enfrentarlo al comunismo, de paso creando un movimiento anti sionista, como el del Adolf Hitler, perfectamente planificado, y hacer del sionismo el eje del sistema mundial; en la tercera se emplearía la rivalidad entre los sionisitas y los musulmanes como excusa, mientras se desgastarían las naciones a nivel interno hasta la rendición a un nuevo orden mundial. ¿No les suenan los atentados de musulmanes en Europa?
El objetivo de Albert Pike no es otro que instaurar en el mundo la religión del satanismo, para lo cual hay que vencer al gran rival, el cristianismo. Cuando en 2015 se decidió poner en marcha la agenda 2030 se propusieron metas que encerraban estas decisiones y resultados: erradicar la pobreza, eliminar la diferencia de clases sociales mediante bonos estatales y la desaparición de la propiedad privada; una sociedad sin hambre, aunque haya que aniquilar a quienes la pasen; salud mundial y control de pandemias como el covid, a través de injertos y grafeno que matan a la población poco a poco; una educación fundamentada en el adoctrinamiento del pensamiento único y la formación en la sociedad igualitaria en la que la sexualidad se emplea como arma de guerra para inhabilitar el libre desarrollo de la infancia mediante la teoría del género versus el sexo y el feminismo para romper la relación entre hombre y mujer; provocación de sequías y cambios de temperatura, destrucción de la agricultura y la ganadería y llevar al mundo a la paz satánica. Esta es la meta final, y para ello hay que reducir la población mundial. De hecho, tanto la primera como la segunda guerra mundial sirvieron para crear un modelo asequible a sus pretensiones, partiendo de menos población, para hacer que el nuevo se implantase con más facilidad.
HiRADiOs Voz Dominicana
miércoles, 28 de junio de 2023
AY! COÑO "LA TERCERA GUERRA MUNDIAL"?
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