La muerte de la cantante Sonia Silvestre, ocurrida hoy, priva a la República Dominicana de una de sus más populares y vibrantes voces, amén de una artista con fibra social que siempre abogó porque a los dominicanos se les enseñara su historia cultural y costumbrista.
Dueña de un timbre potente y limpio, que paseó con
éxito por las graves y las agudas, Sonia Silvestre falleció a los 61
años, tras permanecer una semana ingresada en un hospital dominicano a
causa del recrudecimiento de una afección renal y el posterior ataque de
dos accidentes cerebrovasculares.
Personalidades, medios de comunicación y otras
instituciones han echado mano de las redes sociales para expresar su
dolor ante la pérdida de la intérprete que cantó al amor, al desamor, a
la vida y a su patria.
"Con dolor en el alma despedimos a una gran
dominicana, nuestra admirada Sonia Silvestre. Que Dios te muestre su
rostro. EPD mi querida Sonia", escribió en su cuenta de Twitter la
vicepresidenta dominicana, Margarita Cedeño.
El Ministerio de Cultura también lamentó la muerte
en la misma red social al expresar: "Unimos nuestros corazones al dolor
de los familiares de nuestra queridísima e inolvidable Sonia
Silvestre".
En una semana trágica para la literatura y el arte
popular latinoamericano, por la muerte también de Gabriel García
Márquez y de Cheo Feliciano, los dominicanos ya no podrán disfrutar de
las canciones, la sonrisa y la mirada verdiamarilla de Sonia Silvestre.
"No me gusta la nostalgia. No me veo cantando
siempre las mismas canciones en los mismos escenarios; me gustaría
retomar mi carrera con nuevas letras (...) en esta etapa de mi vida
estoy reflexionando tranquilamente sobre lo mejor para mi carrera",
expuso recientemente la cantante en una entrevista en televisión.
Sus inicios se remontan a principios de los 70
cuando aún con su timidez pueblerina a cuestas, esta menuda joven
sorprendió al mundo artístico local con la interpretación de la canción
"¿Dónde podré gritarte que te quiero?", de la laureada compositora
dominicana Leonor Porcella de Brea.
Desde entonces, paseó su voz por Cuba, Puerto
Rico, Nicaragua, Venezuela, España, Colombia, México y Estados Unidos,
entre otros países, donde siempre enarboló su orgullo de ser dominicana.
Esa primera etapa de popularidad, que se extendió
por más de dos décadas, fue seguida por otro espacio más actual, en los
años 90, donde Sonia Silvestre se mantuvo en el gusto popular al unir su
voz con el ritmo de moda: la bachata.
Esa música de amargue, tragos y bohemia de origen
campesino y barrial, finalmente se imponía en las clases media y alta
gracias al empuje del cantautor dominicano Juan Luis Guerra, también de
Víctor Víctor y de la propia Silvestre interpretando hits inolvidables
como "Yo quiero andar" y "Mi guachimán", de la autoría de otro gran
compositor y cantor popular ya fallecido, Luis Días.
La cantante dominicana fue muy amiga del cantautor
cubano Silvio Rodríguez, quien desde que le conoció quedó prendado de
sus condiciones vocales hasta el punto que en los años 70 la invitó a
acompañarle en una gira que recorrió toda Cuba.
La amistad entre ambos se mantuvo desde entonces y
se recuerda el éxito que logró Silvestre cuando grabó la famosa canción
"Ojalá", una de las más conocidas del artista cubano.
Esa cercanía de Sonia Silvestre con la Revolución
cubana y sus públicas preferencias políticas de izquierda, le restaron
muchos años de carrera a nivel internacional, aunque la cantante nunca
se arrepintió de ello, pues reiteró en varias oportunidades que el
compromiso con su pueblo era más importante que su propia carrera
artística.
En el aspecto personal, su primer matrimonio fue
con el presentador, compositor y publicista dominicano Yaqui Núñez del
Risco, una de las figuras más importantes de la televisión y los medios
electrónicos locales en los años 70, 80 y 90, retirado hoy debido a
problemas de salud.
Luego del fracaso de esa unión, Sonia Silvestre se
fue a vivir a México, "porque tenía que romper con todo y esa fue la
mejor decisión". Superado ese proceso, regresa al país y une su vida a
la del fotógrafo venezolano José Betancourt, padre de sus dos hijos,
Andrés y Eloísa.
En los últimos años repartía su tiempo entre Cuba y
República Dominicana, pues en La Habana desempeñaba un cargo
diplomático en la rama cultural.
"La tarde está llorando", una de sus más conocidas
canciones, parece el homenaje más sentido con el que los dominicanos
recordarán a una de sus más valiosas intérpretes del arte popular. EFE