Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, aseguró en una entrevista que los disturbios (con ¿15, 20? muertos) no le han quitado el sueño: "Duermo como un niño". Es una frivolidad innecesaria.
Ni los más convencidos chavistas pueden disculpar el fracaso de este régimen para manejar la crisis económica o explicar el desabastecimiento, ni los más militantes tragan el cuento de que la violencia que sufren en sus calles la provoca "el Imperio"...
Los venezolanos hablan con verdadero dolor de asesinatos, extorsiones, secuestros, robos, expropiaciones violentas... Familias enteras han emigrado porque no hay otra salida. Cuando los que gobiernan tienen ideologías tóxicas, el pronóstico es bastante malo.
El mismo día en que Maduro contaba lo bien que dormía, la prensa daba otra noticia: Arturo Cubillas, el etarra (sus delitos no han prescrito), que recibía y organizaba a los terroristas de su banda huidos en Latinoamérica, y que era funcionario de Chávez, ha dimitido. Su puesto en el gobierno venezolano era... coordinar las expropiaciones de tierra. Se entiende por qué tantos venezolanos tiran la toalla y se van...
Cuando un partido, un político, un gobierno, un ciudadano siente más simpatía por los asesinos que por los asesinados es hora de retirarle hasta el saludo. El chavismo ha acogido y apoyado a ETA y a las Farc; en ese contexto, se entiende que 10 o 15 muertos no quiten el sueño.
(Pero hay una izquierda que todavía lo jalea...)