Será suerte o el misticismo que tiene la ciudad bruja, pero lo cierto
es que este municipio amaneció ayer con un nuevo millonario a quien
algunos definen como un hombre que viste de blanco.
Unos dicen que
el afortunado es un enfermero, otros aseguran que es un médico, pero
todos coincidían en que el misterioso millonario es un profesional de la
salud.
Y el enigma aumentaba al conocerse que nadie acudió
ayer a reclamar el millonario premio que hubiera puesto a correr a
cualquiera para redimirlo de inmediato.
Los guayameses estaban
alborotados con la noticia de que uno de sus compueblanos fue el
agraciado con los $24 millones del sorteo de la Loto, vendido en el
supermercado Pueblo mediante jugada automática.
Nilda Valdés fue una de las muchas personas que al levantarse
ayer y enterarse de que el ganador compró el boleto en ese supermercado
corrió a revisar sus jugadas a ver si era la dichosa millonaria al
pegar los seis números, cantidad que debía acertar para ganar.
La frustración, tal vez la misma que comparte gran parte del país, no
tardó en dibujarse en el rostro de doña Nilda. “No me gané nada”, dijo
la mujer quien solo pidió al ganador que le salde el carro.
Aliciente en medio de pobreza
¿Quién se ganó los $24 millones? Esa era la gran pregunta que se
hacían algunos vecinos de este municipio. Y es que tener un ganador de
la loto era posiblemente el hecho noticioso más llamativo en una región
que hasta ayer producía principalmente notas sobre pobreza, desempleo y
poco desarrollo económico. Probablemente a eso se deba el que se
denomine a esa región sureste del país como “la ruta del hambre”.
“No soy yo”
No
faltó el que ubicó el agraciado millonario en Patillas, otros en el
barrio Olimpo de Guayama. Algunos comentaban que es de la barriada
Marín.
“Hoy está trabajando en el hospital Santa Rosa”, comentó un joven frente al supermercado, pero evitó ser identificado.
Los insistentes rumores de que se trataba de un enfermero fueron rechazados por los empleados del hospital.
“No
soy yo”, dijo la enfermera Gary Anaya, quien tomó como una broma las
expresiones que apuntaban a que el ganador fuera uno de sus compañeros
de trabajo. “De aquí no es. Hasta ahora aquí nadie ha gritado”,
aseguró la enfermera.
“Yo no soy la afortunada”, insistió.
La
enfermera Sandra Cotto, otra empleada del hospital, aseguró que si el
agraciado hubiese sido uno de sus compañeros de trabajo “no hubiese
venido a trabajar”.
Cuando se le preguntó qué le gustaría que le
regalara el nuevo millonario, la mujer respondió: “Me hubiese gustado
ser yo quien se lo ganara”.
La historia del misterioso millonario
también era comentada por un grupo de enfermeras reunidas en una
oficina del hospital. ¿Algún compañero suyo se hizo millonario?, se les
preguntó. “Yo sé que yo no fui”, dijo una de las enfermeras arrancando
carcajadas de sus compañeras.
No faltó el adivinador
Y en la ciudad bruja no faltó el que habría pronosticado que el boleto ganador se vendería en Guayama.
Tal fue el caso de don Melvin Cruz, quien confesó que nunca juega Loto, pero el miércoles decidió hacer dos jugadas.
“Yo
sabía que iba a caer en Guayama, por eso jugué”, enfatizó convencido
en su premonición. “Y yo nunca juego”, aclaró el hombre de 67 años de
edad.
¿Por qué lo sabía? ¿Tiene que ver con lo de ciudad bruja?,
le preguntó este diario. “Aparentemente... Yo que nunca juego esta vez
me dio con jugar dos veces”, enfatizó tras haber perdido los dos dólares
probando su suerte.
Sin embargo, aunque dice que un rayo no cae
dos veces en el mismo lugar lo cierto es que esta no es la primera
ocasión en que ese supermercado reparte un premio.
Ángel Brenes
Madera, subgerente del supermercado, dijo que en abril pasado uno de sus
clientes fue el agraciado ganador de un premio de $25,000 del IVU Loto,
pero desconoce si fue reclamado. Sí anticipa que reclamarán los $24
millones de la Loto.
Brenes Medina, quien no sabía el día ni la
hora en que vendieron el boleto ganador, informó que para cada uno de
los sorteos venden un aproximado de $2,000 en boletos.
Le piden neveras y carros
Los
guayameses no sabían en manos de quién estaba el boleto ganador, pero
muchos no dudaron en identificar el regalo que le gustaría recibir del
millonario.
Marta de Jesús, también del barrio Olimpo, donde se
asegura que vive el afortunado, pidió de regalo una nevera. Juan
Rodríguez le pediría “par de pesos” para entregarselos a sus hijos.
Miriam Beaubraith, también del barrio Olimpo, le envió como mensaje:
“Que comparta un poquito de esa suerte con los que menos tienen”, pero
no dudó en expresar que si deseaba hacerle un regalo a ella que fuera
“un carrito nuevo”.
Mientras, María Dolores Questell, otra
residente del barrio Olimpo que ayer visitó el supermercado Pueblo, le
pidió al millonario “que los sepa usar”. Le aconsejó que, antes que el
dinero, procure mucha salud.
Si el millonario le fuera a hacer un
regalo ¿qué le gustaría?, se le preguntó a doña Dolores. “Tengo mi
casa. Yo no se guiar, que se los dé a otro que lo necesite más que yo”,
respondió.
Sin embargo, Antonio Ortiz, quien esperaba sentado en
un andador a la entrada del hospital, no tuvo reparos en decir qué le
gustaría recibir del nuevo millonario.
“Me gustaría que me ayudara a conseguir un riñoncito”, dijo el paciente renal.