Martín Ferrand fue el más gigante de esa generación; el más
completo, el más libre, el más culto, el más amante y defensor de la
libertad de prensa. Un todo terreno que tocó todo y todo lo hizo bien.
El creador de formatos de radio y de televisión que aún perduran y
sobresalen entre tanta basura y ronzal. El apasionado de tres pasiones:
el periodismo en todos sus soportes, incluido el digital; su mujer
Rosalía, y sus hijos. En su compañía recibió orgulloso y feliz el último
reconocimiento público y justo que le hizo ABC y su actual director: el
Mariano de Cavia. Y en la Casa de ABC compartió esa noche inolvidable
con sus amigos esa dicha que le colmó de sinsabores, desengaños y
traiciones.
La televisión, como el teatro, fue para Manolo su enamorada
y la que le dejó más cicatrices en el alma cuando los revolcones de la
vida le descabalgaron abruptamente de Antena 3 TV, su último proyecto
periodístico de éxito que concibió y plasmó bajo el mismo lema de otra
de sus hijas, Antena 3 de Radio: noticias veraces y opiniones independientes.
Y con esta filosofía tuve la fortuna de trabajar como
primer Director de Noticias y Programas de Actualidad de Antena 3. A la
aventura hermosa de crear un nuevo medio de comunicación, y nada menos
que la primera televisión privada nacional, se unía la más enriquecedora
de hacerlo con quien consideraba maestro y amigo. Se trataba de acabar
con el monopolio público de la televisión en España y con el de la
información televisiva. Un cóctel imposible de rechazar cuando en España
se empezaba a respirar el aroma de la libertad. La de prensa y las
demás.
Martín Ferrand concibió la parrilla de A3 TV como un todo
armónico en el que había que informar y entretener a toda la familia,
con una sola condición: que la programación estaba supeditada a la
actualidad y por eso otorgó al Director de Noticias y Actualidad el
poder, que para sí quisieran ahora los directores de informativos, de
interrumpir la emisión en cualquier momento para dar una noticia y
continuar con ella hasta el final. Con grandes enfados del Director Comercial -todo
hay que decirlo- por trastocar el minutado de los spots y tener que
lidiar con los anunciantes cuando llamaban para quejarse. Pero de nada
servían las protestas ni las amenazas de retirarlos y dejarnos sin unos
ingresos que garantizaban nuestra libertad y nuestra nómina. Para
Martín Ferrand estaba muy por delante el derecho a la información
puntual y veraz. Y si el Director de Noticias había cortado la emisión
para dar una noticia, bien hecho estaba y así tenía que ser.
Con esta filosofía y dejando absoluta libertad al director
de noticias y a todos los periodistas de la Redacción, consiguió en poco
tiempo que los informativos y programas de actualidad de Antena 3 de
Televisión fuesen los más seguidos y comentados por las clases
dirigentes; los más influyentes entre los líderes de opinión; los más
vistos entre los ejercientes del viejo oficio menestral, como llamaba al
periodismo. Los de referencia.
Y si los programas de noticias y actualidad eran la niña de sus ojos y las cuadernas del barco, las series de producción propia,
fruto de su pasión por el teatro, conformaron la espina dorsal de los
contenidos de aquella incipiente Antena 3 de Televisión, escasa de
dinero pero sobrada de entusiasmo, talento y entrega.
Martín Ferrand ha sido hacedor de programas y de
periodistas, y a su alrededor han crecido y madurado quienes durante
mucho tiempo han dominado con autoridad la radio y la televisión. Manuel
Martín Ferrand no se inclinó ante el poder, lo respetó pero lo zahirió
con tino y autoridad porque nada esperaba de él. Y por eso fue grande y
ha muerto grande y con las botas puestas.
Descansa en paz, Manuel. Y gracias por todo lo que nos diste a quienes te quisimos y a quienes se distanciaron.