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domingo, 1 de septiembre de 2013

EN LA ISLA MONA EN PUERTO RICO Miles de cobitos se apoderan de la costa

 Cada año, el tercer y cuarto día después de la segunda luna nueva tras el solsticio de verano, ocurre el evento más enigmático de esta reserva natural: la cobada.
En ambos días -o más bien, noches-, que este año cayeron el pasado 9 y 10 de agosto, miles de cobos (Coenobita clypeatus) se enfrascan en una carrera desde todas partes de la isla hasta llegar al mar a desovar. En su alocado movimiento, los cobos chocan sus conchas unas con otras produciendo un sonido realmente peculiar.
Pero el proceso no es tan sencillo como parece y se cree que está controlado por el brillo lunar, indica el biólogo Migual Antonio “Tony” Nieves, oficial de manejo de Isla de Mona.
“Los días empiezan a contarse después del solsticio de verano, ya que sabemos que ese evento da inicio al proceso de reproducción de los cobos”, explica Nieves.
Así las cosas, machos y hembras se encuentran en diferentes partes de la isla y copulan. Los machos depositan sus espermatozoides en las patas de las hembras, y estas, a su vez, los transfieren por unos orificios a su abdomen y se fecundan. Cargadas de miles de huevos fertilizados, las hembras se alistan para la carrera hacia el mar.
“La lógica me dice que las que bajan a desovar son las hembras, pero no sé si en esta especie de cangrejo ermitaño terrestre hay hermafrodismo”, sostiene.
La especie Coenobita clypeatus pertenece a la familia de los decápodos, es decir, que tienen 10 patas como el camarón, el juey y langosta. Además de sus dos pares de antenas y ojos, son esas 10 patas las estructuras sensoriales que los ayudan a subsistir y reproducirse.