En los últimos años, famosos como el actor Michael Douglas o el
golfista Tiger Woods han atribuido sus infidelidades matrimoniales a una
supuesta adicción sexual y han asegurado haber participado en terapias
diseñadas para superar esa condición.
Pero, ¿realmente se puede ser
adicto al sexo como al alcohol o la cocaína?
Para responder a esta
pregunta investigadores de la Universidad de California-Los Ángeles
(UCLA, por sus siglas en ingles) llevaron a cabo un estudio con el que
buscaban determinar si el cerebro de las personas que padecen de
hipersexualidad actúa de la misma manera que el de los adictos a las
drogas.
No se trata de un asunto superfluo, si se tiene en cuenta
que la pérdida del control sobre los impulsos sexuales puede conllevar a
la larga importantes problemas personales y económicos.
Además,
entre la comunidad científica no existe consenso sobre si la
hipersexualidad se puede atribuir a una adicción o si se trata más bien
de un problema de comportamiento y de falta de autocontrol.
Para añadir más leña al fuego, en la última edición del
Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM 5),
considerado la Biblia de la psiquiatría, las adicciones al sexo no han
sido incluidas.
Ahora, analizando las respuestas cerebrales de
personas que tienen problemas para controlarse ante el visionado de
imágenes sexuales, los investigadores de la UCLA han concluido que el
comportamiento de esos individuos tiene más que ver con una líbido
elevada que con una adicción.
Respuesta cerebral
Queríamos
averiguar si el cerebro de las personas que presentan problemas de
hipersexualidad responde igual que el de los adictos a las drogas", le
explicó a BBC Mundo Nicole Prause, una de las autoras del estudio.
"Es increíble lo que se ha extendido el uso del término 'adicción
sexual', sobre todo en EE.UU., sin que tenga una base científica".
"En
nuestro estudio esperábamos encontrar una relación entre la
hipersexualidad y la respuesta del cerebro a las imágenes de sexo, pero
no la hallamos".
En la investigación diseñada por Prause y su
equipo participaron 52 voluntarios (39 hombres y 13 mujeres) con edades
comprendidas entre 18 y 39 años, que dijeron tener problemas para
controlarse ante la visión de imágenes sexuales.
En primer lugar,
los participantes rellenaron varios cuestionarios sobre diversos temas
relacionados con la sexualidad. Los resultados de los voluntarios eran
muy similares a los de aquellos que buscan ayuda médica por una supuesta
adicción al sexo.
Después midieron la respuesta cerebral de los
participantes mientras se les mostraban una serie de fotografías
elegidas para evocar tanto sensaciones agradables como desagradables, y
que incluían imágenes de cuerpos desmembrados, personas cocinando o
esquiando y, por supuesto, escenas de sexo explícito.
Respuesta P300
Los
investigadores estaban interesados en lo que se conoce como la
respuesta P300, que es la respuesta del cerebro unos 300 milisegundos
después de que aparezca una imagen.
Esta medida, que ha sido
utilizada en muchos estudios internacionales sobre la adicción y la
impulsividad, debe ser mayor cuando una persona ve algo nuevo o de
especial interés para ella, como cuando un adicto a la cocaína ve
imágenes de la droga.
Los investigadores esperaban que, tras el
visionado de imágenes sexuales, los participantes que padecían de
hipersexualidad tendrían unas respuestas P300 más elevadas, pero no fue
así.
El estudio constató que la respuesta del cerebro de dichas
personas ante esas imágenes no estaba relacionada con la gravedad de su
hipersexualidad, sino con su nivel de deseo sexual.
Los
investigadores de la UCLA creen que si los resultados que han obtenido
pueden ser replicados, supondrá un gran desafío para las teorías
existentes sobre la adicción al sexo.
"Claramente hay gente que
tiene problemas para controlar ciertos tipos de comportamientos sexuales
y consumen pornografía más de lo habitual", señala Nicole Prause.
"Pero
podría deberse a que son personas compulsivas. Acumulan ansiedad hasta
que practican sexo, por lo que no es tanto una búsqueda del placer como
una liberación de la tensión acumulada", concluye la experta.