Las grandes orquestas nacionales de baile siempre
tuvieron el merengue como estandarte y lo enarbolaron como “caballo de
batalla”, en sus presentaciones y festivales bailables de los más
prestigiosos centros sociales de Santo Domingo y el interior del país.
En una brillante primera etapa, tres bandas orquestales se disputaban
los máximos honores del momento.
Ubicándonos en las décadas de los 50, 60 y 70,
el público se sentía deslumbrado con la calidad de las imponentes:
Super Orquesta San José, de la Voz Dominicana; Orquesta Generalísimo
Trujillo, del maestro Luís Alberti y la Orquesta Antillana, de Antonio
Morel.
La gran “big band”, que fue la San José,
agrupación musical orgullo de la Voz Dominicana, tuvo directores
nacionales y extranjeros, entre ellos, Julio Gutiérrez, gran compositor y
arreglista cubano, a quién se debe la inclusión de la tumbadora en el
merengue, ya que afirmaba que “así el merengue adquiría mayor
profundidad percusional y rítmica”.
Pero es innegable que la época de mayor brillo y
exitosa intensidad la tuvo esta gran orquesta, bajo la batuta del
maestro Papa Molina, compositor y arreglista; trompetista y pianista.
Para cantar los merengues, la San José tenía a
Joseito Mateo, considerado por muchos como el verdadero “Rey del
Merengue”, con éxitos como Feliciana, Jardinera, Mal de Amores, La
Patrulla y muchos más.
El merengue clásico y tradicional ha tenido en el
maestro Luis Alberti y su orquesta, su más pura y auténtica expresión.
Alberti siempre se negó a introducir la tumbadora en el merengue, porque
decía que era un instrumento para rumba, mambo y guaracha,
completamente ajeno a nuestro ritmo rey. Don Luis, con su bandoneón,
encabezando la orquesta Generalísimo Trujillo, llamada así porque era en
verdad, la preferida para bailar del dictador, se constituyó en un
símbolo de la mejor expresión musical bailable. Quién puede olvidar los
merengues de Arcadio – Pipí – Franco -. Leña, Juan Gomero, Muchachos, El
Martiniqueño, La Empalizá y recordar por siempre, los boleros de
Rafael Colón y Marcelino Plácido; Tu no podrás olvidar, Azul, Concierto
de Amor, Súplica Inútil, entre otros.
Cerramos esta emblemática trilogía, con Antonio
Morel y su orquesta, un innovador e investigador de la música
dominicana, a la que impregnó nuevos sonidos y vertientes, manteniendo
la riqueza del merengue y enriqueciéndolo con nuevas tonalidades.
La de Morel era la orquesta preferida de la
juventud, ya que dio oportunidad en la misma a un valioso grupo de
jóvenes intérpretes, que escalaron después primeros planos en el
ambiente artístico nacional.
Figuras como Niní Cáffaro, Julio César Defilló,
Vinicio Franco, El Negrito Macabí, y Lucía Félix, entre muchos otros,
encontraron en la orquesta de Antonio Morel el cauce adecuado para
entrar con fuerza plena en el ámbito musical del país y el exterior.