La propuesta de Corea del Norte de evacuar al personal de las embajadas extranjeras en Pyongyang no ha tenido respuesta por parte de las sedes diplomáticas que, en plena tensión en la península coreana, mantienen a sus representantes.
"Ninguna misión extranjera se ha preparado para abandonar" la capital del país, según informaron hoy fuentes gubernamentales de Seúl, un día después de que Pyongyang propusiera a las embajadas evacuar al personal, al no poder garantizar su seguridad en caso de conflicto bélico a partir del próximo 10 de abril.
La fecha dada por Corea del Norte no parece aleatoria, ya que expertos surcoreanos creen que el régimen podría lanzar a modo de prueba un misil con motivo del aniversario, el 15 de abril, del nacimiento de Kim Il-sung, fundador del país y abuelo del actual dirigente, Kim Jong-un.
La mayoría de los gobiernos extranjeros "ven el mensaje como una estrategia para elevar la tensión en la península coreana", añadieron las fuentes, en línea con la opinión mayoritaria de los analistas, que creen que el país comunista busca aumentar la presión para reforzar su unidad interna y su posición en el exterior.
La inusualmente prolongada etapa de amenazas nucleares iniciada a principios de marzo por el imprevisible régimen norcoreano ha provocado además hoy rumores sobre el posible despliegue de aviones no tripulados Global Hawk por parte de Estados Unidos y Japón.
Ante la tensa espera de acontecimientos, ambas potencias lograrían aumentar su vigilancia sobre Corea del Norte con estas sofisticadas aeronaves espía, equipadas con cámaras y sistemas de comunicación, capaces de alcanzar 18.000 metros de altitud y con 30 horas de autonomía.
Concretamente, con el despliegue de los "drones" (aviones no tripulado) se podrían verificar las recientes informaciones adelantadas por los servicios de inteligencia de Seúl y Washington, que revelan el montaje de misiles de alcance intermedio en lanzaderas móviles de Corea del Norte.
Mientras, en el país más hermético y militarizado del mundo la jornada de hoy transcurrió con relativa calma en relación a las anteriores, marcadas por graves hostilidades.
No obstante, medios locales recogieron hoy un documental emitido por la cadena estatal norcoreana KCTV en el que el joven líder Kim Jong-un hizo un llamamiento a incrementar la producción de la industria armamentística del país.
En el programa, Kim exigió a los empleados de una factoría de armas "garantizar absolutamente la calidad" de la artillería y los proyectiles del país, de cara a asegurar "un rápido ataque preventivo a nuestros enemigos", afirmó.
El único canal que el Estado totalitario norcoreano brinda a los 23 millones de ciudadanos del país fechó la arenga de Kim el pasado 17 de marzo, nueve días antes de que el Ejército de Corea del Norte asegurara haber puesto misiles y unidades de artillería "en posición de combate" con el punto de mira en EE. UU. y Corea del Sur.
Por su parte, la agencia de noticias del régimen, KCNA, emitió hoy un comunicado para condenar el reciente despliegue en Corea del Sur de un batallón estadounidense especializado en ataques químicos.
El 23º Batallón Químico de EE. UU. llegó al Sur el pasado jueves tras ocho años alejado de la península coreana, en un movimiento que el régimen de Kim Jong-un calificó como un reflejo de su "intención de iniciar la II Guerra de Corea empleando todos los medios, incluida la guerra biológica".
En cuanto a la actual crisis política entre las dos Coreas, persiste la incertidumbre sobre el futuro del complejo industrial de Kaesong, único proyecto intercoreano vigente, después de que los dos últimos días laborables Pyongyang impidiera el acceso de surcoreanos al recinto, en una acción sin precedentes.
El Ministerio de Unificación de Seúl anunció hoy que hasta cuatro de las 123 empresas surcoreanas que operan en este complejo ubicado en el Norte han declarado suspendidas sus actividades debido a la escasez de suministros y otros efectos adversos provocados por el bloqueo fronterizo del vecino.
A la espera de que el lunes Pyongyang tome una decisión sobre si abrir o no el paso, se teme que el eventual cierre del complejo pueda causar serios perjuicios tanto a las empresas del Sur como al propio Gobierno del Norte, que obtiene de Kaesong importantes divisas para aliviar su permanente crisis económica.