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domingo, 7 de abril de 2013

El candidato nicolas Maduro en venezuela cuenta con lealtad militar un mes después de la muerte de Chávez



El pasado viernes se cumplió el primer mes desde el fallecimiento de Hugo Chávez, una fecha propicia para la conmemoración, más aún por el hecho de que coincide con una atípica campaña electoral. Sin embargo, su designado sucesor y candidato para los próximos comicios del 14 de abril, Nicolás Maduro, presidente encargado del país, optó por convocar a una reunión con la alta oficialidad de las Fuerzas Armadas. La decisión dejó la impresión de que algo importante para el desenlace del proceso político de los días venideros se dirime en los cuarteles.
“Aquí están buscando un Pinochet, no lo han encontrado ni lo van a encontrar”, proclamó Maduro ante un auditorio verde oliva, y añadió: “Pero lo siguen buscando para que traicione el legado del comandante Chávez”. La reunión tuvo lugar en el Auditorio de la Academia Militar de Venezuela, a escasos metros de donde el cadáver de Chávez estuvo expuesto por algo más de una semana, hasta mediados de marzo. El tono de Maduro fue grave y sus palabras hicieron hincapié en el tema de la lealtad.
El candidato oficial hizo un repaso a su versión de la historia venezolana, según la cual el devenir de la república se puede relatar como un puñado de “ciclos virtuosos” clausurados sistemáticamente por una traición. Así, las gestas de la resistencia indígena, de los próceres de la independencia o de la guerra federal, habrían sido empañadas por sus correspondientes contrarrevoluciones “de los intereses antipueblo” y de la “vanidad traidora” de algunos líderes. Sin embargo, el excanciller dijo que se había “derrotado el ciclo de la traición” porque “Chávez nos preparó para la lealtad”.
Desde que empezó en 1999 la autodenominada Revolución Bolivariana, desde las filas del chavismo siempre se subrayó que se trataba de un proceso “pacífico, pero armado”, para dar fe de la fórmula cívico-militar que la respalda. La certeza se desprendía del mismo origen de su líder, el teniente coronel Chávez, quien disponía a la vez de una gran conexión emocional con el electorado y un conocimiento profundo de la vida de los cuarteles. Aunque muchos de los actuales dirigentes del partido oficial fueron también militares, no cuentan ni con la jerarquía ni con la legitimidad política para asegurar el mando. Desaparecido el líder, el Ejército puede convertirse de nuevo en una variable imprevisible de la ecuación institucional en Venezuela. La intranquilidad se ha activado, además, con las recientes referencias a posibles disensos y filtraciones en las filas militares hechas por el candidato opositor Henrique Capriles, y por su llamado este jueves en la ciudad de Maracay, sede de una importante plaza militar, para que las Fuerzas Armadas y un misterioso general —al que ofrecería la cartera de Defensa si gana las elecciones— garanticen que “se pueda votar en paz y se respete el resultado” de los comicios del 14 de abril.
Frente al alto mando militar y un grupo nutrido de oficiales, Nicolás Maduro leyó en voz alta el Código de Honor de la Academia Militar, por la que los cadetes prometen rendirle culto a “la lealtad y la honestidad”. Hubo felicitaciones para el Comando Estratégico Operacional que, dijo Maduro, está trabajando en un nuevo planteamiento y doctrina militares. “Al general Barrientos”, jefe del Comando, “no se le ocurriría poner en sus planes que Venezuela tuviera bases militares en Estados Unidos para proteger las refinerías de Citgo”, ironizó, haciendo referencia a la empresa que la petrolera estatal venezolana Pdvsa tiene en EE UU.
Para reforzar las fidelidades militares, Maduro anunció la creación de un Instituto de Investigación y Desarrollo de las Ciencias y Artes Militares, pues, aseguró, “Venezuela necesita tener una industria militar”. Para ello, adelantó, podría aprobarse una Zona Económica Especial para el Desarrollo Militar. También firmó una minuta para la aprobación de “todos los recursos” financieros requeridos para las operaciones de las Fuerzas Armadas en 2013.
Pidió ayuda para ser un buen comandante en jefe. “Yo no soy Chávez, un Chávez nace sólo cada 500 años”, afirmó, opinando que de esa grandeza daba su testimonio la enorme manifestación de afecto posterior a su muerte. Finalmente, dio permiso, con ocasión del primer mes de la desaparición del líder revolucionario, para que las promociones de nuevos oficiales egresadas en 2013 lleven el nombre de “Comandante Supremo Hugo Chávez Frías”.