Quizá porque al Barcelona le avala el liderazgo de la Liga y el Madrid ha decidido jugarse la temporada en la Champions, la Copa se presenta aparentemente como la versión más pacífica y futbolera del clásico. Los azulgrana van servidos, muy a gusto con su juego y, al mismo tiempo, respetan al Madrid, y los blancos defienden sus aspiraciones después de reencontrarse con su vena goleadora. A falta de defensas, los madridistas cuentan con delanteros de sobra para combatir al equipo del célebre Messi.
Visto así, sin rebajar el permanente contencioso colectivo, el duelo (21.00, Canal +) tiene una especial miga desde el punto de vista individual: Cristiano Ronaldo contra Messi. El poderío de CR7 ha permitido el camuflaje de Mourinho y el sigilismo de Florentino Pérez. La hinchada se ha dejado de cuitas y se entrega a su goleador, situado ya a la altura de Di Stéfano: ha marcado siete goles en los últimos seis clásicos, 10 en los siete encuentros de 2013, 21 en la Liga —33 en total—, 100 en 87 encuentros en el Bernabéu y 180 en 176 encuentros, uno menos que Gento.
A juzgar por su forma de ser, Cristiano siente que se basta para derrotar al Barcelona. Los números del portugués son únicos hasta que se comparan con los de Messi. El 10 totaliza 33 goles en la Liga, 44 durante la temporada y 202 en 235 partidos, y cuenta ya 17 en los 22 clásicos disputados, uno menos que Di Stéfano, rey de los Madrid-Barça con 18. Messi solo compite contra sus propias marcas. El éxito del argentino se explica por su talento y también porque dispone de un equipo a su servicio, detalle mucho más discutible en el Madrid de CR7.