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martes, 30 de octubre de 2012

EN MEXICO: El pan de muerto representa el desafío y la ironía del pueblo mexicano hacia la muerte

Una de las tradiciones mexicanas más emblemáticas alrededor del Día de Muertos toma forma humana y nombre propio cuando las manos que amasan los panes alusivos a esta fecha deciden darle personalidad a sus creaciones horneadas.
Ese pan suave, esponjadito, ligeramente dorado y cubierto de azúcar resulta todo un antojo en los primeros días fríos de la temporada otoñal.
En su versión más conocida, tiene "cabecita" y "huesos" elaborados con la propia masa, un goce para los vivos y todo un homenaje para los muertos.
Acompañado de atoles, chocolate o, simplemente de café, el pan de muerto también se encuentra en formas y tamaños diversos.
Su origen se remonta a épocas prehispánicas, cuando la preparación con harina de trigo reemplazó al sacrificio de una doncella como símbolo de agradecimiento a los dioses, y en su lugar se preparó el pan cubierto de azúcar pintada de rojo para simular la sangre del ritual original.
El pan de muerto representa el desafío y la ironía del pueblo mexicano hacia la muerte, además de ser una deliciosa tradición que se elabora desde inicios de octubre y se vende en panaderías y supermercados.


En el centro del País, específicamente en estados como Michoacán, Hidalgo, la Ciudad de México y el Estado de México, existen distintos tipos de panes, como los simios, que representan la figura humana; los zoomorfos, con formas de animales, que se preparan en Tepoztlán; los fitomorfos, con formas de plantas, árboles y flores; y los mitomorfos, que representan en su elaboración a seres fantásticos.
Asimismo, en algunos panteones pueden verse panes con dedicatorias para los seres queridos, como para los padres, hijos y otros familiares que han fallecido, dándole a esta preparación nombre propio para los dolientes que aún lo llevan a las tumbas o lo comparten en casa luego de la visita a sus familiares fallecidos.
Jaime Cavazos Flores, chef instructor de panadería y pastelería del Instituto Culinario de Monterrey, menciona que hay varios autores e historiadores que han mencionado el surgimiento de este pan basado en la tradición de enterrar a sus muertos con sus pertenencias.