Braulio Castillo, hijo, tenía tan sólo 12 años cuando tuvo que enfrentar el golpe más duro de su vida: su padre, el primer actor Braulio Castillo, nunca volvería a ser el mismo.
Una lesión cerebral dejaría a don Braulio imposibilitado para siempre de volver a actuar cuando se encontraba en la plenitud de su carrera, tampoco volvería a jugar con sus cuatro hijos como antes, y “Bayín”, el mayor de la prole y que entraba en la adolescencia, aún le quedaba mucho por compartir con su amigo y su héroe. Su dolor se convirtió en rebeldía y no comprendió hasta muchos años después que aquella mala pasada que le jugó el destino tenía una razón de ser.
“Hoy que soy un hombre de 53 años puedo decir que ese evento marcó mi vida... Yo tenía bajo mi techo a un monstruo, una figura impecable, inalcanzable, que de momento sufrió una metamorfosis que, aunque gradual, fue dramática. Por muchos años tuve mucho resentimiento. No podía entender cómo a mi padre, que tenía una carrera tan extraordinaria, que le quedaba un brinco más para llegar a Hollywood, le tenía que pasar eso. No entendía cómo una persona podía cambiar de la noche a la mañana. En esencia era el mismo padre amoroso, pero con una proyección a la vida completamente distinta porque papi fue tocado espiritualmente durante esa operación que lo salvó de la muerte”, reveló el actor.
Braulio reconoció que si no hubiese sido por la aceptación, humildad y entrega con que su padre tomó su terrible destino no hubiera durado mucho tiempo. “Cualquier persona se hubiese vuelto loco por la presión de no poder volver a ser quien era. Sin embargo, él aceptó que había una misión en su vida y que esa era su cruz, esa era su carga. ¿Por qué? Solo él lo sabe, pero la aceptó”.
Con la noticia de la gravedad de don Braulio llegaron las especulaciones, incluso se dijo que lo que le ocurrió fue producto de un disparo en la cabeza que le hizo un hombre motivado por los celos.
“Puedo dar fe que son solo falsas especulaciones porque yo acompañaba a mi padre en todo momento a todas partes. Estábamos en México cuando él rodaba la película ‘Cuando los hijos crecen’, y papi me dijo que quería que yo fuera su asistente”, recordó.
“Esa Navidad de 1970 nos fuimos a disfrutar de unas vacaciones en Acapulco a casa del productor Oscar Brooks, y en esos momentos estando en la piscina, papi, que siempre fue un gran atleta, se tiró, cayó mal y se dio en la cabeza. Eso, según los médicos, fue lo que acentuó un golpe que él había recibido unos meses antes en la filmación de la película ‘Entre el cielo y tú’ con Irán Eory, en una playa de Acapulco. En aquel momento él quedó casi inconsciente y las medidas que se tomaron no fueron más allá de preguntarle si estaba bien y papi, que siempre fue un macho fuerte, dijo que todo estaba bien”.
Ocultó la verdad
Mientras don Braulio estuvo en el hospital, su esposa Carmen Georgina, le ocultó la realidad a sus cuatro hijos. “Mantuvo en secreto que lo habían operado porque no se sabía cómo iba a salir. Hubo médicos que decían que lo que papi tenía era fatiga mental, hasta se sugirió ponerlo a dormir con suero, el ‘Beauty Sleep’. De haberlo hecho, probablemente lo hubieran matado. Dos semanas después, mi madre nos explicó lo que había pasado. El proceso inició con radiaciones de cobalto porque temían que la lesión hubiera dañado otras células... Tenía 37 años y cuatro hijos, el menor, Jorge, tenía seis años y Carlos, 7. Sin embargo, puedo decir que él mismo reclama como una bendición lo que le pasó”.
Atrás quedaba una vida llena de fama, de vivir en Perú, en México, donde don Braulio era un ídolo.
“Eran tiempos bonitos. Papi fue contratado con unas condiciones extraordinarias, vivíamos en Perú con todas las comodidades. Pude disfrutar de la carrera de mi padre en ascenso, éxito tras éxito, de novelas como ‘Juan del Diablo’, ‘La mujer de aquella noche’, ‘Simplemente María’. Cuando nos fuimos a vivir a México él me llevaba todos los días a los estudios Churubusco, donde filmaba. Era algo hermoso entre él y yo que apenas duró dos meses. Esa es una de las heridas más profundas que me quedaron, pero ya las sané”.
En un momento de reflexión Braulio reveló que no se imagina cómo hubiera sido su vida de su padre no haber sufrido esa lesión en el cerebro.
“Ese es un tema que hablamos a nivel de núcleo familiar. Papi siempre fue un buen hombre, buen padre, esposo, pero él ya estaba saboreando ese éxito internacional y estaba siendo seducido por esa vorágine. Lo próximo que se estaba cuadrando era una película en Hollywood junto a Steve McQueen. Era como el Ricky Martin de la época, el número uno de América Latina. Entonces no sé si mi padre estuviera con nosotros, si el matrimonio de papi y mami hubiera seguido. Lo sé porque conozco el ambiente, aunque mi divorcio de Soco (Basora) fue por otras razones porque ella era bailarina y conoce la vida del espectáculo”.
En este momento don Braulio se encuentra residiendo en un hogar, decisión tomada por la familia por recomendación médica y se encuentra bien, según su hijo mayor.
Vena artística
La carrera artística de Bayín comenzó mucho antes de que el público lo conociera, fue “Albertico Limonta” de bebé, el personaje que hizo su padre en la novela “El derecho de nacer” a finales del 1958. “Protagonicé una novela antes que mi padre”, bromeó.
La actuación le sedujo desde siempre, pero sabía que ser el hijo de un actor de peso como Braulio Castillo no iba a ser fácil. “Nunca quise meterme en los zapatos de papi. Entré como disc jockey en la radio y en una entrevista que me hicieron me preguntan si me gustaría actuar y dije que sí. Entonces Myrna Casas y Jossie Pérez la leyeron y me dieron la oportunidad de audicionar para la obra ‘Filomena Marturano’, en 1978, y la pasé. Jossie era la protagonista y los hijos de ella éramos Joseph Exposito, Roberto Vigoreaux y yo. Cuando salí al escenario en el Teatro Tapia, en ese preciso momento supe que había venido a esta vida para actuar”.
Luego, participó en otros festivales y ya estudiaba drama en la Universidad de Puerto Rico luego de pasar por Ciencias Naturales con vías de convertirse en médico y pasar por Comunicaciones. Sus padres le recomendaron estudiar en la Universidad de Connecticut, donde vivía su padrino, y luego pasó a Boston a estudiar drama. “Tenía claro que yo no estaba aquí por la fama de mi padre”.
Al llegar a la Isla trabajó en “Coralito”, pero fue la novela “Tanairí” la que le dio la oportunidad de que el público se fijaran más en él.
Las productoras Ángela Meyer y Camille Carrión vieron su talento y lo invitaron a participar en la “Pequeña gran novela” de “Ellas al mediodía” como el protagonista, junto a Gladys Rodríguez, de “El regreso del gitano”, basada en “Renzo, el gitano”, novela que su padre había protagonizado con Rodríguez.
“Entonces Telemundo me llamó para ser el primer puertorriqueño en protagonizar una novela para ese canal después de años de traer extranjeros a estelarizar. Fue ‘Alejandra’ con Millie Avilés”.
El actor, quien trabajó en novelas en Miami como “El fantasma de Elena”, “Aurora” y “El talismán”, regresó recientemente a la Isla para estar cerca de sus hijos y de su pareja Patricia de la Torre, aunque sabe que no hay taller en la televisión local.
“Creo que es muy difícil de recuperar, requeriría un esfuerzo enorme de inversión, un riesgo loco de un canal de aquí que tiene que responder a los intereses de los dueños de los canales de afuera. Así que los actores tendrán que irse o seguir sacrificándose como todos los que nos quedamos aquí, haciendo obras de teatro, cogiendo cuantos guisos llegan y ahora que me voy a estrenar como productor de teatro”.
Una lesión cerebral dejaría a don Braulio imposibilitado para siempre de volver a actuar cuando se encontraba en la plenitud de su carrera, tampoco volvería a jugar con sus cuatro hijos como antes, y “Bayín”, el mayor de la prole y que entraba en la adolescencia, aún le quedaba mucho por compartir con su amigo y su héroe. Su dolor se convirtió en rebeldía y no comprendió hasta muchos años después que aquella mala pasada que le jugó el destino tenía una razón de ser.
“Hoy que soy un hombre de 53 años puedo decir que ese evento marcó mi vida... Yo tenía bajo mi techo a un monstruo, una figura impecable, inalcanzable, que de momento sufrió una metamorfosis que, aunque gradual, fue dramática. Por muchos años tuve mucho resentimiento. No podía entender cómo a mi padre, que tenía una carrera tan extraordinaria, que le quedaba un brinco más para llegar a Hollywood, le tenía que pasar eso. No entendía cómo una persona podía cambiar de la noche a la mañana. En esencia era el mismo padre amoroso, pero con una proyección a la vida completamente distinta porque papi fue tocado espiritualmente durante esa operación que lo salvó de la muerte”, reveló el actor.
Braulio reconoció que si no hubiese sido por la aceptación, humildad y entrega con que su padre tomó su terrible destino no hubiera durado mucho tiempo. “Cualquier persona se hubiese vuelto loco por la presión de no poder volver a ser quien era. Sin embargo, él aceptó que había una misión en su vida y que esa era su cruz, esa era su carga. ¿Por qué? Solo él lo sabe, pero la aceptó”.
Con la noticia de la gravedad de don Braulio llegaron las especulaciones, incluso se dijo que lo que le ocurrió fue producto de un disparo en la cabeza que le hizo un hombre motivado por los celos.
“Puedo dar fe que son solo falsas especulaciones porque yo acompañaba a mi padre en todo momento a todas partes. Estábamos en México cuando él rodaba la película ‘Cuando los hijos crecen’, y papi me dijo que quería que yo fuera su asistente”, recordó.
“Esa Navidad de 1970 nos fuimos a disfrutar de unas vacaciones en Acapulco a casa del productor Oscar Brooks, y en esos momentos estando en la piscina, papi, que siempre fue un gran atleta, se tiró, cayó mal y se dio en la cabeza. Eso, según los médicos, fue lo que acentuó un golpe que él había recibido unos meses antes en la filmación de la película ‘Entre el cielo y tú’ con Irán Eory, en una playa de Acapulco. En aquel momento él quedó casi inconsciente y las medidas que se tomaron no fueron más allá de preguntarle si estaba bien y papi, que siempre fue un macho fuerte, dijo que todo estaba bien”.
Ocultó la verdad
Mientras don Braulio estuvo en el hospital, su esposa Carmen Georgina, le ocultó la realidad a sus cuatro hijos. “Mantuvo en secreto que lo habían operado porque no se sabía cómo iba a salir. Hubo médicos que decían que lo que papi tenía era fatiga mental, hasta se sugirió ponerlo a dormir con suero, el ‘Beauty Sleep’. De haberlo hecho, probablemente lo hubieran matado. Dos semanas después, mi madre nos explicó lo que había pasado. El proceso inició con radiaciones de cobalto porque temían que la lesión hubiera dañado otras células... Tenía 37 años y cuatro hijos, el menor, Jorge, tenía seis años y Carlos, 7. Sin embargo, puedo decir que él mismo reclama como una bendición lo que le pasó”.
Atrás quedaba una vida llena de fama, de vivir en Perú, en México, donde don Braulio era un ídolo.
“Eran tiempos bonitos. Papi fue contratado con unas condiciones extraordinarias, vivíamos en Perú con todas las comodidades. Pude disfrutar de la carrera de mi padre en ascenso, éxito tras éxito, de novelas como ‘Juan del Diablo’, ‘La mujer de aquella noche’, ‘Simplemente María’. Cuando nos fuimos a vivir a México él me llevaba todos los días a los estudios Churubusco, donde filmaba. Era algo hermoso entre él y yo que apenas duró dos meses. Esa es una de las heridas más profundas que me quedaron, pero ya las sané”.
En un momento de reflexión Braulio reveló que no se imagina cómo hubiera sido su vida de su padre no haber sufrido esa lesión en el cerebro.
“Ese es un tema que hablamos a nivel de núcleo familiar. Papi siempre fue un buen hombre, buen padre, esposo, pero él ya estaba saboreando ese éxito internacional y estaba siendo seducido por esa vorágine. Lo próximo que se estaba cuadrando era una película en Hollywood junto a Steve McQueen. Era como el Ricky Martin de la época, el número uno de América Latina. Entonces no sé si mi padre estuviera con nosotros, si el matrimonio de papi y mami hubiera seguido. Lo sé porque conozco el ambiente, aunque mi divorcio de Soco (Basora) fue por otras razones porque ella era bailarina y conoce la vida del espectáculo”.
En este momento don Braulio se encuentra residiendo en un hogar, decisión tomada por la familia por recomendación médica y se encuentra bien, según su hijo mayor.
Vena artística
La carrera artística de Bayín comenzó mucho antes de que el público lo conociera, fue “Albertico Limonta” de bebé, el personaje que hizo su padre en la novela “El derecho de nacer” a finales del 1958. “Protagonicé una novela antes que mi padre”, bromeó.
La actuación le sedujo desde siempre, pero sabía que ser el hijo de un actor de peso como Braulio Castillo no iba a ser fácil. “Nunca quise meterme en los zapatos de papi. Entré como disc jockey en la radio y en una entrevista que me hicieron me preguntan si me gustaría actuar y dije que sí. Entonces Myrna Casas y Jossie Pérez la leyeron y me dieron la oportunidad de audicionar para la obra ‘Filomena Marturano’, en 1978, y la pasé. Jossie era la protagonista y los hijos de ella éramos Joseph Exposito, Roberto Vigoreaux y yo. Cuando salí al escenario en el Teatro Tapia, en ese preciso momento supe que había venido a esta vida para actuar”.
Luego, participó en otros festivales y ya estudiaba drama en la Universidad de Puerto Rico luego de pasar por Ciencias Naturales con vías de convertirse en médico y pasar por Comunicaciones. Sus padres le recomendaron estudiar en la Universidad de Connecticut, donde vivía su padrino, y luego pasó a Boston a estudiar drama. “Tenía claro que yo no estaba aquí por la fama de mi padre”.
Al llegar a la Isla trabajó en “Coralito”, pero fue la novela “Tanairí” la que le dio la oportunidad de que el público se fijaran más en él.
Las productoras Ángela Meyer y Camille Carrión vieron su talento y lo invitaron a participar en la “Pequeña gran novela” de “Ellas al mediodía” como el protagonista, junto a Gladys Rodríguez, de “El regreso del gitano”, basada en “Renzo, el gitano”, novela que su padre había protagonizado con Rodríguez.
“Entonces Telemundo me llamó para ser el primer puertorriqueño en protagonizar una novela para ese canal después de años de traer extranjeros a estelarizar. Fue ‘Alejandra’ con Millie Avilés”.
El actor, quien trabajó en novelas en Miami como “El fantasma de Elena”, “Aurora” y “El talismán”, regresó recientemente a la Isla para estar cerca de sus hijos y de su pareja Patricia de la Torre, aunque sabe que no hay taller en la televisión local.
“Creo que es muy difícil de recuperar, requeriría un esfuerzo enorme de inversión, un riesgo loco de un canal de aquí que tiene que responder a los intereses de los dueños de los canales de afuera. Así que los actores tendrán que irse o seguir sacrificándose como todos los que nos quedamos aquí, haciendo obras de teatro, cogiendo cuantos guisos llegan y ahora que me voy a estrenar como productor de teatro”.