El reciente y trascendental debate presidencial, celebrado en la noche del miércoles y organizado por la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE), ha suscitado el debate sobre quién se alzó como vencedor. Sin lugar a dudas, cada facción de los tres contendientes: Luis Abinader, Leonel Fernández y Abel Martínez, sostendrá que el suyo fue el triunfador indiscutible.
No obstante, más allá del análisis sobre quién exhibió el mejor desempeño durante el debate, es imperativo resaltar que el principal beneficiado fue el sistema democrático dominicano. Este ejercicio no solo denota un mensaje de madurez política, sino que también enriquece el debate público de cara a las próximas elecciones, programadas para el 19 de mayo, en las cuales se elegirá un nuevo presidente o se ratificará al actual, junto con un nuevo congreso, posiblemente integrado por muchos de los actuales legisladores.
Durante el enfrentamiento de anoche, cada candidato expuso su perspectiva respecto a los temas y problemáticas fundamentales del país. Sin embargo, no se registraron coincidencias significativas, salvo en el tema migratorio y la postura nacional en cuanto al ejercicio del derecho soberano de aplicar su política migratoria y llevar a cabo deportaciones de inmigrantes haitianos en situación irregular.
Cabe destacar que en la República Dominicana los debates electorales no son obligatorios, y cada cuatro años se busca la participación de los principales aspirantes a los distintos cargos electivos. Lamentablemente, muchos de ellos declinan participar, lo que obstaculiza la realización de estos ejercicios democráticos.
Se ha propuesto la implementación de una ley que convierta los debates electorales en una obligación para los aspirantes a cargos electivos. Esto permitiría que los ciudadanos evalúen a cada candidato en función de sus ideas y propuestas, en lugar de otros criterios.
Esperamos que este debate, que también incluyó enfrentamientos entre los candidatos al Senado por el Distrito Nacional y la provincia de Santiago, así como entre las tres principales candidatas a la vicepresidencia, establezca un precedente duradero. Idealmente, estos debates deberían convertirse en una práctica común, como ocurre en otros países, donde los ciudadanos puedan conocer las propuestas concretas de los aspirantes y evaluar cómo pretenden abordar los desafíos más apremiantes de la República Dominicana y sus respectivas comunidades.
Es la primera vez que se logra que los principales candidatos presidenciales participen de un debate, incluido un presidente que aspira a reelegirse.
Hay que reconocer que sin la participación del presidente Abinader esto no habría sido posible, ya que, si bien es cierto que con la presencia de Martínez y Fernández y posiblemente de Miguel Vargas se hubiese realizado, no habría tenido el impacto ni la lucidez, ya que los tres son parte de una alianza opositora denominada Rescate RD, aunque en lo presidencial corren separados.
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