Después de todo lo que llevamos viendo a lo largo de estos dos años ya no nos sorprende nada.
A pesar de lo poco que disimulan y lo claras que se ven sus patrañas, los globalistas saben que habrá un alto porcentaje de la población que no se enterará de nada. Fíjense qué casual es que ahora todos nos hagan mirar hacia Ucrania como si fueran novedosos los conflictos que suceden entre aquel país y Rusia.
Y la falta de disimulo es tan exagerada, que en la misma semana en la que los rusos han replegado a sus tropas hacia sus bases, nos cuentan políticos y medios de comunicación que el asunto se está agravando y que se puede producir una guerra inminente. Pero la realidad es que, mientras nos hacen girar nuestras cabezas hacia Ucrania, en nuestra casa, y en las de al lado, están sucediendo cosas muy importantes.
Por un lado el relato del virus y de las inoculaciones se va cayendo poco a poco. Es imposible inventar más excusas y las versiones que nos han dado han sido ya tantas, que hasta siendo tan sinvergüenzas y mentirosos como son, ya no saben qué inventarse para mantener el relato en pie. Mejor inventarse otras cosas para, disimuladamente, dejar de hablar de todo lo que ha sucedido en estos dos años y que la cosa se quede como que nunca ha existido.
Pero por otro lado, están las protestas que se están produciendo para acabar con la farsa en muchos países, sobre todo en Canadá. El dictador Justino está ordenando detenciones a diestro y siniestro y está bloqueando el las cuentas de los protestantes, les está robando, para intentar acabar con ellos por lo civil y lo criminal. Mientras hablamos de Ucrania, en países como Canadá se está imponiendo una dictadura que no quieren que veamos y denunciemos.
Manténganse atentos a todo. Es difícil, pero hay que intentarlo. Saturar las cabezas con información confusa provoca que veamos, exclusivamente, lo que ellos quieren que veamos.
Y la falta de disimulo es tan exagerada, que en la misma semana en la que los rusos han replegado a sus tropas hacia sus bases, nos cuentan políticos y medios de comunicación que el asunto se está agravando y que se puede producir una guerra inminente. Pero la realidad es que, mientras nos hacen girar nuestras cabezas hacia Ucrania, en nuestra casa, y en las de al lado, están sucediendo cosas muy importantes.
Por un lado el relato del virus y de las inoculaciones se va cayendo poco a poco. Es imposible inventar más excusas y las versiones que nos han dado han sido ya tantas, que hasta siendo tan sinvergüenzas y mentirosos como son, ya no saben qué inventarse para mantener el relato en pie. Mejor inventarse otras cosas para, disimuladamente, dejar de hablar de todo lo que ha sucedido en estos dos años y que la cosa se quede como que nunca ha existido.
Pero por otro lado, están las protestas que se están produciendo para acabar con la farsa en muchos países, sobre todo en Canadá. El dictador Justino está ordenando detenciones a diestro y siniestro y está bloqueando el las cuentas de los protestantes, les está robando, para intentar acabar con ellos por lo civil y lo criminal. Mientras hablamos de Ucrania, en países como Canadá se está imponiendo una dictadura que no quieren que veamos y denunciemos.
Manténganse atentos a todo. Es difícil, pero hay que intentarlo. Saturar las cabezas con información confusa provoca que veamos, exclusivamente, lo que ellos quieren que veamos.
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