La retirada de Estados Unidos, junto con sus aliados occidentales, de Afganistán, no sólo ha supuesto el abandono a una población que ha quedado huérfana de protección militar internacional, sino que ha supuesto una exhibición y puesta en escena de la caricatura en la que se ha convertido Occidente para el resto de las potencias mundiales y de la opinión pública mundial. Después de enviar desde EEUU, durante años, el mensaje “urbi et orbi” de que lo importante era instaurar la democracia en ese país asiático, hemos en visto en directo, cómo huían los “mejores soldados del mundo” en una desbandada similar a la que protagonizó en Saigón el 30 de abril de 1975
China y Rusia ya saben, a ciencia cierta, que lo importante para el bloque liderado por EEUU, ya no es implantar la democracia liberal en el mundo y el consecuente modo de vivir occidental, sino que lo que prima actualmente en ese bloque, es volver a los cuarteles, gastar menos dinero en aventuras “democráticas” y evitar que los votantes y los medios de comunicación de masas, no tengan que ver más ataúdes de soldados aliados volviendo a casa. El futuro electoral de los “líderes” políticos occidentales, está permanente en juego.
El “statu quo” nacido de la II Guerra Mundial ha muerto en el aeropuerto de Kabul y con él, el “nuevo” orden europeo que surgió de la caída de la Unión Soviética. Esa Europa liderada por Estados Unidos, que desaparece rápidamente ante nuestros ojos, va a ser sustituida por otra liderada por una Rusia potente militarmente, dirigida por el mejor estratega mundial, acompañado de una diplomacia hábil y con una unidad sin fisuras en su gobierno, que sabe a dónde se dirige y cuál va a ser su papel en el mundo, en la próxima década.
Los aliados europeos son todo lo contrario. Están divididos, no tienen una sola voz en el exterior, están en decadencia militar, espiritual, social y económica y para colmo, su potencia líder, Estados Unidos, actualmente comandada por un presidente durmiente, lleva años replanteando su papel en el tablero mundial. En esa búsqueda de su propia identidad, para Estados Unidos, Europa ya no es una de sus principales preocupaciones y por si fuera poco, se ha convertido en un socio poco fiel e inestable que no invierte en defensa y deja la protección de sus fronteras en manos de terceros, con lo que en muy poco tiempo, será invadida por los nuevos bárbaros con turbante.
En este contexto mundial, se ha abierto en la frontera entre Polonia y Bielorrusia, un conflicto europeo al que los medios oficiales le llaman eufemísticamente “crisis migratoria” , cuando en realidad no es más que un movimiento más, de la partida que Rusia y la OTAN, están jugando en el tablero de ajedrez europeo..
¿El durmiente Biden habrá dado permiso a los moros para que se apropien de nuestras ciudades autónomas y de Canarias? Sánchez lo tiene preparado, ya ha vaciado los cementerios de los peñones de Vélez de la Gomera y de Alhucemas.
¿No sería este el momento de cambiar de “Primo de Zumosol” y que España estrechara relaciones con la Rusia de Putin dejando que su flota del Mediterráneo atraque y tenga como base de aprovisionamiento el puerto de Ceuta? Es evidente que con este movimiento inesperado, pondríamos a salvo nuestras Plazas de Soberanía y el moro se lo pensaría antes de proseguir con su asalto a las fronteras españolas.
En este fin de año, el mundo se prepara para la mayor crisis bélica desde el fin de la II Guerra Mundial, desarrollándose en otro escenario distinto al polaco, concretamente en el Mar de China y el Estrecho de Formosa, una crisis sin precedentes en el extremo oriente, desde la caída del Japón Imperial en el año 1945. Provocaciones aéreas y navales de China comunista a la China Nacional (Taiwan) alojada en la Isla de Formosa, están forzando a que EEUU de por perdida a una Europa cada vez más débil e insolvente en el escenario mundial, para centrarse en una nueva alianza militar llamada Aukus, con la que Reino Unido, Australia y EEUU con Japón muy cerca, se enfrentan al poder de China y su ocupación de facto del Mar de China.
Por esas aguas transita el 90% del comercio marítimo mundial, debido a las líneas de tráfico marítimo o SLOCS (en sus siglas en inglés) y las que tienen como protagonistas las islas Spratly y las Paracel. Del comercio marítimo por estos mares, depende el 80% del petróleo consumido por China, dos terceras partes de la energía de Corea del Sur, cerca del 60% de la de Japón y Taiwán. Si se analizan los datos de países exportadores a nivel mundial, China es el número uno, el cuarto es Japón y el quinto Corea del Sur, Hong Kong es el séptimo (no contado junto a China), Singapur el decimotercero y Taiwán el decimocuarto.
La importancia estratégica de la zona es tal, que la tensión crece a diario y Australia y Japón hablan ya abiertamente de guerra contra China Comunista. Las fuerzas navales de todos los contendientes están concentradas en ese punto y un solo error puede hacer saltar la paz del mundo en pedazos. Rusia no podía estar al margen y con su flota con base en Vladivostok, ha efectuado en aguas al norte del Japón, unas maniobras navales con China comunista, que aunque no se lleva bien con Rusia, para Vladimir Putín puede ser un aliado instrumental del cual sacar provecho, al menos le sirve de maniobra de distracción para duplicar el esfuerzo que los EEUU y Reino Unido deben hacer para estar presentes en la crisis de Biuelorrusia y UE. Ante esto, la flota del Pacifico norteamericana, australiana y japonesa están en alerta de combate y el portaaviones británico “Queen Elizabeth”, patrulla por esos mares.
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