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Periodista y escritora.
Jamás se me hubiera ocurrido hace unos años llamarme a mí misma “marrón”. En el imaginario colectivo racista en América Latina es un color asociado a la suciedad. ¿Es posible resignificar una palabra para reclamar una identidad? Es probable que ninguna persona marrón pueda olvidar la primera vez que alguien le sugirió que se bañara, señalando una supuesta suciedad de su piel. A mí me lo dijeron en una playa limeña. Recuerdo cómo al volver a casa lloré restregando cien veces la esponja a ver si se borraban las partes más oscuras de mi piel. No sé cuántas veces he tenido que decir la frase “soy así” a gente que ha sentido como legítima su curiosidad por la gradiente de marrones que sube y baja caprichosamente en mi epidermis.
Jamás se me hubiera ocurrido hace unos años llamarme a mí misma marrón. En el imaginario colectivo racista es un color alevosamente asociado a la suciedad, incluso al excremento. Y eso que hay muchísimas cosas marrones hermosas, como la tierra, las hojas en otoño, las galletas recién horneadas. Pero no. A las niñas y niños peruanos, en gran parte marrones, nos enseñan en el colegio que el rosa pálido de nuestros lápices es el “color piel” y el que se parece a nuestra piel, el “caqui”. Hace unos años, una persona racista se hizo famosa en Perú porque insultó a otra llamándola “color puerta”.
¿Es posible un orgullo marrón, un orgullo color puerta? Hoy, una comunidad expropia la etiqueta que servía para despreciar y decide recuperarla resignificada para reclamar una identidad. Son personas a las que durante años se intentó meter en el mismo saco de “lo mestizo”, como parte del proyecto civilizatorio blanco de borrado cultural y étnico. Rotulados como morenos, trigueños, cobrizos, cholos, los descendientes de indígenas que sufrieron directamente la violencia colonial se acuerpan para rechazar la opresión racial. Este es nuestro momento.
En las últimas semanas, con el trasfondo de Black Lives Matter y en buena medida activados por el gran impulso que vive la lucha contra la discriminación en el mundo, activistas de varios países de América Latina han señalado cómo funciona históricamente el racismo también hacia las personas marrones para acuñar simbólicamente algo así como un Brown Lives Matter, pero aplicado a cada casa.
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