En el clima íntimo, casi mágico, de la misa de Nochebuena en la basílica de San Pedro, el Papa Francisco ha invitado a los cristianos a «encontrar de nuevo en la sencillez del Niño Dios la paz, la alegría y el sentido de la vida». Y a descubrir «un Dios enamorado de nosotros, que nos atrae con su ternura, naciendo pobre y frágil».
Saliendo al paso del inevitable
Su consejo a los cristianos en la Navidad es: «dejémonos interpelar por el Niño en el pesebre, pero dejémonos interpelar también por los niños que, hoy, yacen en el refugio subterráneo para escapar de los bombardeos, sobre las aceras de una gran ciudad, en el fondo de una barcaza repleta de emigrantes».
En una clara defensa de los más vulnerables o explotados, Francisco añadió: «dejémonos interpelar por los niños a los que no se les deja nacer, por los que lloran porque nadie sacia su hambre, por los que no tienen en sus manos juguetes, sino armas».
Insistiendo en facilitar a cada oyente un examen personal, Francisco alertaba del peligro de caer en el egoísmo «cuando la Navidad es una fiesta donde los protagonistas somos nosotros en vez de Él; cuando las luces del comercio arrinconan la luz de Dios; cuando nos afanamos por los regalos y permanecemos insensibles ante quien está marginado».
El Vaticano anunció ayer sábado la entrega de seis millones de euros a 59 proyectos de reconstrucción social o de solidaridad en Ucrania. En breve tiempo se adjudicarán otros seis millones, procedentes del resto de la colecta promovida por Francisco en las iglesias europeas el pasado 24 de abril.
ajetreo en los preparativos de la fiesta, el Papa ha sugerido que «si queremos celebrar la verdadera Navidad, contemplemos este signo: la sencillez frágil de un niño recién nacido, la dulzura al verlo recostado... Allí está Dios».
Para Francisco la Nochebuena «es una noche de alegría, porque Dios, el Eterno, el Infinito, se hace ‘Dios con nosotros’: no está lejos, no debemos buscarlo en las órbitas celestes o en una idea mística; se ha hecho hombre y no se cansará jamás de nuestra humanidad, que ha hecho suya».
Al mismo tiempo, el nacimiento de Jesús en unas condiciones lamentables es, según el Papa una llamada a examinar el modo en que cada uno presta su ayuda o bien ignora a las personas en dificultades graves, a veces en riesgo de perder la vida.
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