A buscar "el negrito". Se cocinaba un proyecto humorístico radial que condensaría la “bronca cotidiana” de la Cuba de 1941. Ya tenían a dos de los tres personajes del teatro clásico de la isla: "el gallego" y "la mulata". Faltaba "el negrito" pícaro.
Entonces, llegó Leopoldo Fernández a la audición pintado de negro, con su verborrea y su fama de “morcillero”, aquellos actores que se salían del libreto con improvisaciones de humor. Estuvo sensacional.
Era "el negrito" que buscaban para La Tremenda Corte. Un tipo "candelilla, que camina como en tres patines", aseguró Gaspar Pumarejo, propietario de Unión Radio, donde se transmitiría el programa. Y al periodista y guionista Cástor Vispo, le gustaron esas palabras y llamó al personaje José Candelario Tres patines, relata el publicista y compositor Tony Fergo en su reciente libro Gente que conocí.
Ese día nació Trespatines, pero Leopoldo Fernández llevaba unos 15 años en las tablas de la isla interpretando, sobre todo, al clásico "negrito" cubano. También era guionista, uno de los mejores en ese momento. "Sabía improvisar un libreto con argumento, chistes inesperados y final de impacto", describe Fergo.
Era tan profesional en lo suyo, que se pintaba el rostro de negro cuando hacía de Trespatines, pese a que el programa se grabara en un estudio, lejos de la vista de los radioyentes. Costumbre que fue dejando poco a poco hasta que Trespatines terminó blanco.
La Tremenda Corte permaneció por 20 años en las ondas radiales de la isla hasta que la censura de la revolución cubana empujó a su elenco al exilio.
Leopoldo Fernández probó suerte en varios destinos hasta que llegó a Panamá, donde trabajó en la radio y en la incipiente televisión de entonces. Ocurrió entre 1963 y 1964, recuerda el presentador Pete Romero, uno de los artistas panameños invitados a los programas de comedia que hizo Leopoldo en RPC Radio y RPC Televisión.
"Lo veías y no parecía un humorista", asegura Romero. Fuera del plató, Leopoldo Fernández era tranquilo, apacible. Introvertido, resume, por su lado, Fergo.
Sus hijos Pucho y Polito le acompañaban en su aventura panameña. Sus programas los ocupaban con historias sobre situaciones cómicas de barrio y personajes "juega vivo". De los libretos se encargaba Leopoldo. Nunca usaron chistes vulgares, destaca Romero.
En Panamá, Trespatines también participó en actividades como en las fiestas patrias, Navidad, así como en clubes y sitios de entretenimiento, siempre nostálgico por su Cuba, cuenta Romero.
Dicen que vivió un tiempo en San Francisco, cerca de Boca la Caja, y otro tanto en Carrasquilla. Solía usar los buses y comía en un restaurante cubano cerca de RPC.
Partió a mediados de la década de 1960, cuando llegó desde México la propuesta de reunir a Trespatines con el Tremendo Juez y el resto de La Tremenda Corte para llevar sus tremendos casos a la televisión. Y la fama de los pregones: " ¡A la reja!" y " ¡Cosa más grande la vida, chico!", se extendió por América.
La carrera del comediante terminó en Miami, Estados Unidos, haciendo teatro. Allí murió el 11 de noviembre de 1985, hoy hace exactamente 31 años.
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