Tus dos amigas, S. A. cuyo lema era ‘el éxtasis lo alcanzas cuando estás entre nosotras'
Como ahora muchos han cogido miedo por la tenacidad de los procesos de auditoría, en especial en proyectos del gobierno, la empresas de contabilidad tenían más del trabajo que habitualmente tienen, una de esas era Tus dos amigas, S. A. cuyo lema era ‘el éxtasis lo alcanzas cuando estás entre nosotras' y en donde laboraba la pintoresca Audelina, una de las tantas interioranas que en los 70 vino a la capital a estudiar, trabajar y salir adelante. Su departamento el de recursos humanos era por el que más gente pasaba a diario, por lo que era muy conocida entre los empleados, su cantaleta de los valores era la más conocida, siempre andaba pregonando sobre ‘el proyecto de vida y la importancia de la práctica de los valores', pero a ella le importaban dos pepinos estos principios a la hora en que le tocaba administrar un fondo ajeno y destinado a los que menos tienen, metía las dos manos hasta el fondo y lucraba a diestra y siniestra con los proyectos de responsabilidad social de la empresa que las jefas le asignaban por su aparente don de gente y las ganas de ayudar al prójimo.‘Te pareces a los del cambio', le decían sus amigas más íntimas que la conocían desde la infancia, pero Audelina tenía una suerte envidiable para que le dieran plata ajena; además poseía una labia y astucia tan grandes que nunca la pillaban en sus tracalerías, por lo que agarró confianza y pisó fondo cuando la asignaron para asistir al sepelio de la madre de una con más rango, una de la junta directiva.
Le entregaron un sobre con 300 dólares, 50 de viático para transporte, 25 para hospedaje ya que la señora vivía en un retirado pueblo del interior, 25 para alimentación y los 200 restantes para un arreglo floral de parte de toda la empresa, algo imponente y lujoso para que todos vean que donde trabaja Lourdes sobra la plata, le dijo la jefa del departamento muy confiada. Me voy en bus, me quedo donde la prima de la vecina y compro unos dos ramos de los que venden en el súper que cuestan 5 dólares, ‘ahora si me podré comprar un celular nuevo' dijo Audelina con una sonrisa de oreja a oreja, y tal cual como planificó llegó allá, hizo un ‘show' de supuesto dolor y lágrimas y le entregó los famélicos ramos a Lourdes, sin percatarse que las otras dos jefas estaban ya que nunca les había visto la cara. Compró su celular esa misma tarde y el Lunes llegó a su puesto, pero antes de la hora del almuerzo la llamó su jefa y le dijo: ¿Cómo es esa vaina que llevaste dos ramitos de flores al sepelio de la mamá de Lourdes? Atónita Audelina respondió que era mentira, pero de inmediato su jefa le gritó: ‘Hasta acá vinieron a reclamarme las patronas que por qué di tan poquita plata para el arreglo, dime ya qué hiciste con la plata', dime, dime, pero Audelina sin saber qué decir rompió a llorar nerviosamente. Esas lágrimas no me engañan, de seguro siempre te has robado plata de la que te encargamos, recoge tus vainas y ven mañana a buscar tu cheque. Y así Audelina quedó sin trabajo, y ahora con reputación de ladrona.
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