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martes, 18 de noviembre de 2014
El mundo, más rejuvenecido que nunca, pero España está a la cola de países con menos jóvenes
Actualmente hay más población joven que nunca en el mundo: 1.800 millones de personas entre 10 y 24 años. Este dato supone una cuarta parte (un 25%) de la población mundial —que conforman alrededor de 7.300 millones de personas—. "Es un potencial increíble para convertir el mundo en un lugar mejor", valoró Babatunde Osotimehin, director ejecutivo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (FPNU), al presentar el informe anual El poder de 1.800 millones: adolescentes, jóvenes y la transformación del futuro. 73,4 millones de personas entre 15 y 24 años estaban desempleadas en 2013, un 36% de los parados en el mundo Sin embargo, estos datos a nivel mundial distan mucho de la realidad que se muestra de España: nuestro país cuenta con 6,7 millones de jóvenes entre 10 y 24 años (un 14% de la población total española). Teniendo en cuenta esta cifra y comparando con el resto de países, España es, junto a Japón y Eslovenia, el que menos jóvenes tiene respecto a la población total de cada país. Aunque los datos a nivel mundial puedan parecer positivos, 500 millones de jóvenes del total de 1.800 millones viven en la miseria, con menos de dos dólares al día. Además 175 millones no pueden leer "una frase entera", lamentó Osotimehin. Unos 73,4 millones de personas de entre 15 y 24 años estaban desempleadas en 2013, un 36% de los parados en todo el mundo, y 57 millones de niños en edad escolar no recibían educación primaria en 2011, mientras que 69 millones de adolescentes no accedieron a la secundaria. El FPNU advierte de que si no se invierte en mejorar la salud y educación de la gente joven —un 89% de la cual vive en países menos desarrollados— y no se le da acceso al empleo, su futuro se verá socavado y ello puede derivar en problemas sociales. Inversión en educación y salud sexual Ante esta situación, el Fondo concluye que con una inversión adecuada de los países emergentes en educación y en salud sexual de los jóvenes se pondría poner fin a la pobreza mundial. Según la responsable de Salud Sexual y Reproductiva de la organización, Laura Laski, "nunca hubo tantos países en desarrollo donde la población de jóvenes fuera tan alta. Nueve de cada diez personas entre 10 y 24 años viven en economías en desarrollo", sobre todo en el continente africano. Por ello, UNFPA ha pedido a estos países que aprovechen el momento demográfico actual: "Los jóvenes son solo una oportunidad si se invierte en ellos, en su educación, en su salud, incluyendo la educación sexual y reproductiva y en su capacidad para entrar en el mercado de trabajo", recuerda Laski. Laski ha remarcado que "con inversiones oportunas, especialmente entre los más excluidos, estos podrían quedarse en la escuela en vez de casarse, podrían evitar un embarazo no deseado, el contagio del sida, estar sanos y poder trabajar antes de formar sus familias". "Con inversiones oportunas, los jóvenes tendrán capacidades adquiridas en la escuela y la universidad y se convertirán en innovadores y pensadores", ha añadido. En definitiva: "los jóvenes podrían participar en la solución de sus problemas y los de sus países y vencer la transición intergeneracional de la pobreza en la que están atrapados sus padres", ha sentenciado Laski. Las consecuencias de una joventud sin futuro El FPNU alerta además de que una juventud sin opciones de futuro repercute en el crecimiento económico de las sociedades, "pues los jóvenes no pueden contribuir a ellas, aumenta la dependencia", sostiene el director ejecutivo, Babatunde Osotimehin. Por este motivo animan a los Gobiernos a aspirar al "dividendo demográfico", por el que una sociedad recibe "los dividendos" de invertir en las futuras generaciones. Cuando hay más gasto por cabeza en sanidad y educación, el crecimiento económico despega El Fondo señala que los países que más pueden beneficiarse de este dividendo son aquellos que están al borde de "una transición demográfica" (actualmente, unos 59 en el mundo), en el momento en que los índices de fertilidad y mortalidad empiezan a reducirse. Al descender la población y mejorar su expectativa de vida, disminuye la proporción de gente dependiente de otras personas o del Estado, y aumenta el volumen de ciudadanos productivos, "libres para tomar parte en el crecimiento económico". "Cuando hay más gasto por cabeza en mejores servicios sanitarios y educación, el crecimiento económico despega", subraya el estudio. Para los países que aún no han llegado a ese punto de transición, el primer paso es reducir la mortalidad infantil "con mejor sanidad e higiene, agua limpia y programas de vacunación", recomienda el documento. Según los expertos, cuando se reduce la mortalidad infantil, las familias tienen menos hijos, y ello inicia el ciclo que culmina en la mejora social y el crecimiento económico. Derechos de las niñas El informe subraya especialmente la situación de las adolescentes. De los 1.800 millones de jóvenes de entre 10 y 24 años que hay en el mundo, 600 millones son chicas adolescentes. Una de cada tres chicas se casa antes de los 18 años, y un 12% antes de los 15, mientras que las jóvenes tienen el doble de riesgo que los hombres de vivir con sida, a menudo por violencia sexual masculina. Según este informe, en los países emergentes, 142 millones de niñas se verán obligadas a casarse antes de 2020. Niñas que no podrán terminar los estudios y que tendrán hijos antes de la edad sanitaria apropiada. En este sentido, Osotimehin subrayó la importancia de velar por la salud y los derechos reproductivos de las niñas e insistió en lo crucial que es garantizarles el acceso a la educación y el control sobre su cuerpo, "para que puedan tomar sus propias decisiones". "He viajado por países donde he visto a niñas de 10 años casadas con hombres de 60, y esto no está bien", declaró, para señalar que, en muchos lugares, las mujeres "es como si no existieran, en términos de desarrollo". El expolítico nigeriano reconoció que persiste en todo el mundo "una cultura patriarcal" que hay que erradicar e indicó que la ONU dialoga con Gobiernos, líderes de la sociedad civil y religiosos para "demostrarles que emancipar a las mujeres no supone una amenaza, sino que revierte en el crecimiento".
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