El Gobierno del Reino Unido recibió hoy un amplio respaldo en el Parlamento para unirse a los bombardeos estadounidenses contra posiciones del grupo extremista Estado Islámico (EI) en Irak.
El Ejecutivo del primer ministro David Cameron recabó una mayoría de 524 votos a favor, frente a 43 en contra, para lanzar una ofensiva aérea en Irak, apenas un año después de que la Cámara de los Comunes paralizara sus planes de atacar al régimen sirio de Bachar al Asad.
La moción aprobada hoy en una sesión de urgencia en los Comunes rechaza explícitamente los bombardeos en Siria, si bien Cameron dejó abierta la puerta a extender los ataques a ese país en el futuro, tal como hizo EEUU esta semana con el apoyo de cinco países árabes.
El Reino Unido mantiene al menos seis aviones militares en una base aérea en Chipre que han colaborado en los últimos meses en labores de información con el Ejército estadounidense y podrían entrar en combate este mismo fin de semana.
El ministro de Defensa británico, Michael Fallon, subrayó tras la sesión parlamentaria que la campaña en Irak durará probablemente varios años.
El responsable de Defensa aseveró que la finalidad de la misión es detener la "masacre de civiles" por parte del EI y que la elección de los objetivos de los bombardeos estará guiada por los servicios de inteligencia iraquíes.
El texto que refrendaron los diputados británicos tras una sesión de cerca de siete horas detalla además que no se desplegarán militares sobre el terreno, una parte de la operación que se reserva a las tropas iraquíes.
El primer ministro de Irak, Haider Al Abadi, lanzó durante la Asamblea de la ONU de esta semana en Nueva York una petición de ayuda internacional para combatir a los extremistas, una demanda que para los principales partidos británicos sirve de base de legal para sumarse a los ataques.
Los laboristas, que en agosto de 2013 se opusieron a una intervención en Siria, se colocaron esta vez del lado del Gobierno y han hecho un llamamiento para que el Reino Unido asuma "su responsabilidad" en la lucha contra los yihadistas.
El líder de la formación opositora, Ed Miliband, alertó de que el Estado Islámico "está avanzando con consecuencias catastróficas para la gente de Irak" y se comprometió a estudiar una eventual propuesta del Gobierno para extender los ataques a Siria.
Miliband reiteró que "sería mejor" contar con el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU para una operación en ese país, dado que los bombardeos se lanzarían en ese caso sin el consentimiento del presidente Al Asad.
Cameron, por su parte, destacó la amenaza que supone el EI para los ciudadanos del Reino Unido ante las ejecuciones de dos periodistas estadounidenses -James Foley y Steven Sotloff- y un cooperante británico -David Haines- que se ha atribuido el grupo en las últimas semanas.
"Si esto no se controla, afrontaremos un califato terrorista en las costas del Mediterráneo, fronterizo con un miembro de la OTAN (Turquía), con una declarada y probada determinación de atacar a nuestro país y a nuestra población", alertó el primer ministro en la cámara baja.
El liberaldemócrata Nick Clegg, viceprimer ministro y socio en el Ejecutivo del conservador Cameron, resaltó que el país debe actuar en Irak "teniendo en cuenta los errores y las lecciones del pasado".
Como hace un año, diversos diputados tanto de la oposición como de las formaciones del Gobierno se mostraron en contra de que el Reino Unido se involucre en una operación militar, si bien en este caso fueron una minoría.
Entre ellos, la diputada musulmana del Partido Laborista Rushanara Ali aseguró que comparte la revulsión hacia las "horribles y bárbaras" ejecuciones cometidas por el EI pero considera que un ataque supondrá un nuevo "derramamiento de sangre" en Irak.
Cuenta con cazas Tornado, submarinos y drones para sus ataques
Los bombardeos del Reino Unido contra posiciones el Estado Islámico (EI) en Irak podrían involucrar aviones de combate Tornado, submarinos con capacidad para lanzar misiles Tomahawk y drones no tripulados.
Durante este fin de semana se esperan los primeros ataques británicos, que llevarían a cabo los seis cazas Tornado GR4 que la Real Fuerza Aérea británica (RAF) mantiene en una base militar de Chipre desde agosto.
La flota de combate de la RAF tiene además a su disposición un avión Voyager, una aeronave de 60 metros de envergadura que permite repostar en el aire y que el ejército británico adquirió en 2011 para sustituir a los antiguos VC-10 y Tristan.
Los cazas Tornado son aparatos biplaza de 16,72 metros que pueden alcanzar velocidades de 1,3 Mach (unos 1.600 kilómetros por hora, más allá de la velocidad del sonido) y volar por encima de los 15.000 metros.
Los seis aviones británicos emplazados en Chipre han colaborado hasta ahora con labores de información en la misión estadounidense en Irak.
Los Tornado pueden ir armados con misiles aire-tierra Brimstone guiados por radar, que pueden ser utilizados para destruir objetivos pequeños, como vehículos, desde largas distancias.
La cabeza de esos proyectiles permite dos fases de detonación para abrirse paso primero a través de un blindaje y destruir después su objetivo.
Los cazas británicos pueden cargar asimismo hasta cinco bombas Paveway IV, guiadas por láser, que ofrecen mayor precisión que otras armas de la misma categoría, requieren menos mantenimiento y son menos sensibles a las interferencias en los sistemas de navegación.
También es posible armar a los Tornado con dos misiles crucero de largo alcance Storm Shadow, aptos para destruir edificios y que ya fueron utilizados en la guerra de Irak que se inició en 2003, así como con un cañón automático de 27 milímetros Mauser.
Los aviones del ejército británico, con dos motores Rolls-Royce RB 1999 Mk 103, están equipados asimismo con radar, infrarrojos y tecnología de visión nocturna para permitir los vuelos con baja visibilidad, así como para identificar objetivos en tierra.
Otra opción de ataque sería el lanzamiento de proyectiles Tomahawk desde submarinos de la Marina Real Británica (Royal Navy), equipados con misiles crucero desde los años 90.
Los Tomahawk IV tienen un rango de alcance que sobrepasa los 1.600 kilómetros y pueden ser redirigidos hacia un nuevo objetivo una vez han sido lanzados.
El pasado julio, Estados Unidos aprobó la venta de 65 misiles Tomahawk IV al Reino Unido por valor de 140 millones de dólares (109 millones de euros).
La marina británica cuenta con submarinos de reacción nuclear de clase Trafalgar con capacidad para lanzar esos misiles de crucero.
Ese tipo de naves se diseñaron para cumplir las necesidades de la Guerra Fría y pueden dar la vuelta al globo sin salir a la superficie.
El ejército británico podría utilizar también para la ofensiva en Irak aviones no tripulados Reaper, que ya fueron utilizados en operaciones en Afganistán.
El Reino Unido tiene cinco aviones no tripulados (drones) aptos para desarrollar tanto misiones de reconocimiento como de ataque. EFE
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