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viernes, 15 de agosto de 2014

TODAVIA SE HABLA DE LA GOLEADA A BRASIL “Vergüenza, Burla y Humillación”


AQUI EL RELATO:
Eran las 3:00 de la madrugada en Belo Horizonte. Bajé al ‘lobby’ para hacer ‘check out’. Había un solo empleado en todo el hotel y no tenía cara de sueño. Vi que miró mi acreditación de periodista que dice FIFA.
“No me diga que fue al juego”, me dijo el joven, apretando las cejas.
Desde ese momento se me hizo claro que todavía estaban a flor de piel los sentimientos del día anterior, cuando la adorada selección brasileña había sufrido la peor derrota en su historia, con una inmensa goleada 7-1 de Alemania.
Luiz Gustavo me contó que vio el partido en casa de su familia y que algunos de ellos lloraron, como tantos otros brasileños.
“No vimos el segundo tiempo. No se podía”, relató.
Para ir al aeropuerto, afuera me esperaba el mismo taxista que me había llevado al hotel desde el estadio unas horas antes. Todavía estaba sensible, pero ya le estaba pasando la ‘jaqueca’ del partido.
“Es que ese equipo de Alemania es muy bueno”, justificó.
Unas horas después, al llegar a otra hospedería en el centro de Río de Janeiro, encontré a la ciudad con mucha actividad: Tapones en la calle, las paradas de guaguas llenas y mucha gente en un ajetreado ir y venir por las aceras. Mientras, en la playa de Copacabana, decenas bailaban al son de la ‘escola de samba Uniaõ Da Ilha’.
¿Alguna novedad? Bueno, a simple vista parecía la rutina diaria normal de la clase trabajadora. Sin embargo, había algo que sí los delataba. A diferencia de los días que hemos estado en Brasil - desde que llegamos el 10 de junio- en toda la mañana no me crucé en la calle con alguien que tuviera la camisa amarilla y verde de la ‘seleção’. Antes abundaban por todas partes.
La noche antes habían bebido demasiado fútbol amargo y ahora la gente trataba de continuar con su vida regular, pero arrastrando una fuerte resaca. Para algunos se manifestaba con una mezcla de decepción con negación. Se lamentaban, a la vez que se les hacía difícil aceptar que no fue solo una pesadilla. No desapareció cuando abrieron los ojos por la mañana y lo único que le queda a Brasil ahora era jugar por el tercer puesto el sábado en Sao Paulo.
Subo a un taxi y pido que me lleve al Fan Fest. “Felipão no sirve”, se quejó el taxista, Henrique, en referencia al técnico brasileño Luiz Felipe Scolari. “¿Cómo es que no hace ningún cambio después del segundo gol?”
Pero el buche de frustración quedó mejor plasmado a través las portadas de los periódicos locales. O Globo, el principal diario del país, tituló en primera plana: “Vergüenza, Burla y Humillación”, mientras que otros la emprendieron contra Scolari, como O DÍA, que tituló: “Vete al infierno Felipão”.
Los demás periódicos se manifestaban en la misma línea, mientras que en la televisión era evidente la reducción en la dedicación de la programación a la Copa, con noticias y comerciales de otros temas.
El taxista prende el radio y están los programas mañaneros, que trataban la derrota con sentido del humor, por no decir que lo que hacían era burlarse de la selección brasileña, empezando por decir que había hecho “un verdadero papelón”.
“Por eso me gusta más la UFC”, comentó uno de los personajes con una ronquera artificial al mantenedor del programa. “Porque cuando el tipo ha cogido demasiados golpes y ya no mueve la cabeza, paran la pelea”.
“Pero pudiera haber algo peor”, aseveró el personaje.  “Que también perdiéramos el sábado, pero con Argentina”.

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