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sábado, 7 de junio de 2014
Animales exóticos abundan en Amazonia brasileña
Los padres, cuatro niños, el perro, así como dos perezosos, un pitón y un pequeño caimán viven apretados en la casa flotante de dos cuartos que la familia Da Silva tiene en la selva tropical de la Amazonia.
Los exóticos huéspedes ayudan al pescador Evandro Correia da Silva, de 35 años, y la familia de éste a ganarse la vida en el río Solimoes, frente a Manaos, una de las ciudades de la Copa del Mundo y sede de las selecciones de Estados Unidos, Inglaterra e Italia.
Las embarcaciones con turistas atracan en lo que prácticamente es la entrada de la casa, donde la familia quita a los renuentes perezosos de las patas de una mesa de plástico, despierta a una serpiente en una esquina y exhibe ante las cámaras un caimán bebé de 60 centímetros (dos pies) que hace ruido.
Todos los visitantes abrazan a los adorables perezosos de tres dedos y cuyos ojos somnolientos contrastan con su potente sujeción. Los turistas más osados y la hija de tres años de Da Silva se enredan la serpiente en los hombros o sujetan al caimán.
Los visitantes compran a la familia bebidas suaves que están en una nevera y quizá obsequian algo de dinero.
Debido a que la policía ambiental de Manaos ha emprendido el cierre de este tipo de negocios, Da Silva insiste que los animales no son mascotas sino huéspedes temporales.
Afirma que regresa a los perezosos a la selva después de dos semanas y los cambia por otros.
La serpiente, del tipo conocidas como “jiboia” en portugués, permanece 10 días mientras que el caimán pasa apenas 24 horas en un compartimiento lleno de agua en la casa flotante.
Para evitar apego a estos animales, la familia no les pone ningún nombre.
Aunque deja quizá algo de dinero, este tipo de negocio no es para personas débiles, advirtió Da Silva, quien mostró las múltiples cicatrices de mordeduras de serpiente que tiene en las manos y antebrazos.
“Hay que esperar a que abran la boca y que ellas mismas retiren los colmillos”, afirmó. Hizo hincapié en que las pitones que captura no son venenosas. “Si uno se espanta e intenta zafarse, se desgarrará su propia piel”, apuntó.
Otras atracciones estelares entre los animales en la región son los adorables grupos de monos, las pirañas devoradoras de carne y el “boto”, un delfín rosa de agua dulce al que se ha entrenado para que nade con los turistas y al que se utiliza como carnada para la “piracatinga” o “pez gato buitre”.
La prensa sensacionalista británica ha difundido bastante sobre los peligros que representa la fauna local entro y en los alrededores de Manaos, la más exótica de las 12 ciudades que albergarán partidos de la Copa del Mundo.
Según previsiones, unos 52.000 extranjeros visitarán Manaos para asistir a los partidos cuando dé inicio el 12 de junio el torneo de un mes de duración.
Tarántulas gigantes, serpientes venenosas y mosquitos que transmiten la malaria han ocupado amplios espacios en diversos medios, pero haya una gran variedad de otros bichos en la Amazonia de los que deben preocuparse los turistas que acudan a la Copa de la Copa del Mundo: la región posee una de las variedades más grandes de insectos en el mundo.
Existe el “titaneus giganteus”, un escarabajo de cuernos largos cuyas mandíbulas tienen la potencia suficiente para arrancarle a alguien la punta de un dedo; la “avispa halcón tarántula” que paraliza a su presa, una araña, para alimentarse, y la “cigarra cobra voladora”, que según la superstición local, puede podrir las manos de quien la toque solamente.
Los expertos coinciden en que la superstición carece de sustento científico e insiste en que este insecto que representa poco peligro para los visitantes.
“Observe algunas precauciones básicas, como utilizar pabellón para mosquitos y evitar los márgenes del río al anochecer para reducir las probabilidades de contraer enfermedades transmisibles por picadura de mosquitos como dengue, malaria o fiebre amarilla”, dijo Marcio de Oliviera, investigador especializado en abejas de la selva tropical en la INPA, institución de investigación de la Amazonia en Brasil.
(Se ha alentado a los extranjeros a que se vacunen contra la fiebre amarilla si visitan la Amazonia u otras regiones rurales de Brasil; deben ponerse las inoculaciones 10 antes de su llegada).
“He estado aquí durante muchos años y nunca me ha ocurrido nada, salvo esto”, dijo Oliveira, mientras se frotaba en la piel una cicatriz moteada y antiestética del tamaño de una moneda que le fue provocada por la leishmaniasis.
Esta enfermedad es transmitida mediante picadura de insectos, conocidos como arenillas. “No hay complicaciones si se le trata oportunamente”, afirmó.
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