El senador estadounidense Marco Rubio, republicano por Florida, dijo ayer estar listo para ser presidente, aunque aseguró que esperará hasta finales de este año para decidir si compite por la Casa Blanca en los comicios de 2016.
"Lo estoy", dijo ayer domingo Rubio a la cadena de
televisión ABC en respuesta a la pregunta de si creía estar preparado
para ser presidente de EE.UU.
"Creo que eso es cierto de varias personas que
querrán competir", indicó el senador de 43 años, quien recordó que ha
ocupado cargos públicos durante la mayor parte de los últimos 14 años.
Añadió que cree "que un presidente tiene que tener
una visión clara e ideas claras de hacia dónde necesita ir el país y
cómo llegar a ese punto y creo que tenemos la bendición de tener a
varias personas que reúnen esos requisitos en nuestro partido".
Durante la entrevista, Rubio aprovechó también
para atacar a la exsecretaria de Estado Hillary Clinton, quien se prevé
compita por la candidatura demócrata en 2016.
"Seguro que va a alardear de su tiempo en el
Departamento de Estado pero también tendrá que rendir cuentas por sus
fracasos, ya sea el fracaso en un nuevo comienzo de las relaciones con
Rusia o el fallo en Bengasi que de hecho costó vidas", afirmó el senador
republicano.
La Casa Blanca expresó su intención durante el
primer mandato del presidente Barack Obama, en el que Hillary Clinton
sirvió como secretaria de Estado, de iniciar un nuevo capítulo en las
relaciones con Rusia.
"Mi esperanza es que podamos mantener una relación
constructiva en la que, basados en el respeto común y los intereses
mutuos, podamos avanzar adelante", aseguró Obama en marzo del 2009.
Un mes antes, el vicepresidente de EE.UU., Joseph
Biden, había dicho que era momento de "apretar el botón" y volver a
empezar la relación con Rusia.
Pero ese nuevo capítulo nunca se abrió y parece
cerrado por un buen tiempo tras la anexión de Crimea por parte de Rusia y
su papel en la desestabilización de Ucrania que ha llevado a la
imposición de sanciones por parte de EE.UU.
Los republicanos acusan a Clinton de no haber
hecho lo suficiente para prevenir el atentado contra el consulado de
EE.UU. en Bengasi (Libia), en septiembre del 2012, en el que murieron el
embajador Chris Stevens y otros tres estadounidenses.
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