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miércoles, 2 de abril de 2014

QUE PASO!! La Guerra Civil Española terminó el 1 de abril de 1939, hace 75 años Y ?



Avanzada la noche del 1 de abril de 1939, Sábado de Gloria, un toque de atención del cornetín de órdenes, en directo, anunció desde la emisora de Radio Nacional en Burgos, capital del bando sublevado contra la II República española, que una noche más, el actor metido a locutor Fernando Fernández de Córdoba iba a leer, como era un ritual desde hacía más de dos años, el parte militar de la jornada. Una parte muy esperado, ya que desde la conquista de Cataluña, poco después de que entraran en Barcelona como vencedores unidades del cuerpo de ejército marroquí al mando del general Yagüe, se cantaba ya el inminente final de la República, con el total triunfo de Franco y la España que representaba.
La voz de Fernández de Córdoba, con su inconfundible tono castrense, más bien cursi sin ocultar el entusiasmo que le embargaba, leyó el que sería su último parte de guerra, previamente anunciado a las emisoras locales de lo que se iba a anunciar, con la contraseña nacional: 'Vuelven banderas victoriosas'.
El parte, corregido por el mismo general Franco, y el único, durante toda la contienda en el que estampó su firma, guardando aun convalecencia por un constipado, era bien explícito: "En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales los últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. El generalísimo Franco. Burgos 1 de abril de 1939". Un nuevo toque agudo de clarín anunció el final de la lectura del parte castrense franquista y con él una guerra fratricida en la que se entabló un duelo a muerte entre dos bandos con un concepto radicalmente contrario uno del otro de lo que tenía que ser España. Conflicto que duró mil días, con un saldo de medio millón de muertos, según estadísticas, aunque todavía se habla de un millón, más de medio millón de exilados y casi otro millón de prisioneros. Le siguió una posguerra de hambre, miedo, represión y otra serie de penalidades, en un Estado militarizado.
La victoria de las fuerzas levantadas contra la República no fue al final tan triunfal. Uno de los errores tácticos más graves del mismo Franco durante la contienda, se produjo terminando la contienda. El 7 de marzo de 1939, dos días después de que el grueso de la flota republicana abandonase su base de Cartagena rumbo a la base francesa de Bizerta, en Túnez, buscando un gran golpe de efecto en el final de la guerra civil, sellando de forma espectacular el triunfo total del caudillo sobre el enemigo, se organizó una importante fuerza naval para desembarcar y ocupar Cartagena. La formación naval estaba formada por quince buques de guerra, incluido el crucero Canarias, buque insignia nacional, en el cual enarbolaba su enseña el contraalmirante Moreu, al mando de dicha expedición de desembarco. Iba escoltando a 20 mercantes, 12 barcazas de asalto y 10 pesqueros, con una fuerza militar de ataque de unos 20.000 hombres, la mayoría de infantería.
El vicealmirante Moreu al comprobar que la rebelión contra las fuerzas republicanas en Cartagena había fracasado, dio orden de dar media vuelta, ya que el fuerte dispositivo de artillería de costa que defendía su base naval seguía en manos enemigas.
Debido a que el transporte 'Castillo de Olite' carecía de equipo de radio mantuvo su rumbo, ignorante de lo que se le avecinaba. Fue hundido por disparos de la batería de costa cartagenera de la Parajola, llevándose al fondo a unos mil seiscientos de los dos mil militares que iban a bordo. El peso de este fracaso militar de Franco y su Estado Mayor de Salamanca fue silenciado y sus víctimas más bien ignoradas. El vicealmirante Francisco Moreno Fernández, jefe de las Fuerzas del Bloque en el Mediterráneo, con base en Palma, fue señalado injustamente como responsable de ese desastre, uno de los más trágicos de la historia marítima española.
Fue una más de las tragedias humanas que jalonaron el conflicto, que mantiene abiertas interrogantes, polémicas y algunas heridas que no acaban de cerrarse.
La guerra, uno de los episodios históricos más importantes del siglo XX en vísperas de la II Guerra Mundial, dividió al país en las "dos España", como escribió Antonio Machado.
La insurrección militar de julio de 1936 contra el gobierno legítimo de la II República y antesala de la "Guerra civil", arrancó en Melilla el 17 de julio, un día antes de lo que se estableció como fecha oficial. La también llamada sublevación, alzamiento, o pronunciamiento, según la historiografía, se extendió por todo el Protectorado de Marruecos. Ante la lentitud del gobierno republicano de Casares Quiroga, la rebelión saltó el 18 y 19 de julio a Canarias y a la península, respectivamente.
Dirigida por los generales Mola, Queipo de Llano, Goded y Franco, fue este último el que tras confirmar el triunfo de la insurrección en Canarias, voló a Marruecos, el 19 de julio, para ponerse al frente del ejército de África. Acto seguido, se sumaron a los sublevados, Galicia, Navarra y Castilla-León. También triunfó en ciudades como Oviedo, Granada y Zaragoza.
Por su parte, fracasó en Asturias, Cantabria y parte del País Vasco, -donde el PNV acabó apoyando a la República-, Cataluña, Levante, Madrid, Castilla la Mancha, Murcia y la zona oriental de Andalucía. Los fracasos más rotundos fueron en Madrid, donde obtuvieron las armas a milicias obreras, y en Barcelona, donde una peculiar colaboración de la Guardia Civil, la CNT y la Guardia de Asalto impidió el golpe.
Factores como las dudas sobre los sublevados, sobre las autoridades encargadas de reprimir el golpe, la capacidad de movilización obrera o el papel de la Guardia Civil fueron decisivos en el resultado del golpe en cada parte de España.
El fracaso parcial de la sublevación militar contra el gobierno de la Segunda República Española, -rebautizada por el Franquismo como "Pronunciamiento"-, condujo a la división de España en dos zonas: al inicio de la guerra civil que acabó con la victoria de los sublevados y la instauración de la dictadura. Durante el franquismo, el "Alzamiento Nacional del 18 de julio" fue declarado fiesta nacional por la dictadura y lo siguió siendo hasta 1977.
Las medidas de la dictadura afectaron directamente al comportamiento en público, las diversiones, relaciones personales, trabajo, economía o formas de vida durante varias décadas, si bien el turismo internacional, llegado masivamente a partir de 1960, fue relajando usos, modos y costumbres, a pesar de las condenas a dichos cambios, especialmente en la moral, desde los púlpitos de las iglesias. Luego, tendrían que pasar casi 40 años para que llegara la democracia.