HiRADiOs Voz Dominicana
viernes, 6 de diciembre de 2013
¡Pasaron a la historia las muñecas hinchables! Mucho ha avanzado la tecnología en las últimas décadas y dichosos sean los Ingenieros e Ingenieras que lo hacen posible.
Hay gente que ya no se conforma con un simple robot doméstico (como el simpático mayordomo robot Emilio). Que las relaciones son difíciles y requieren un esfuerzo, comunicación, paciencia y cariño pues nada, pon un robot sexual en tu vida. Esta es una más de las motos que nos venden desde Japón y otros lugares. Robots o Honeydolls como la bella Aiko de Mr. Le Trung que limpian y hacen bocadillos, con un vocabulario de 13.000 palabras y además bilingüe (inglés-japonés), por poner unos pocos ejemplos de sus muchas virtudes.
Aunque asegura que al principio era para fines domésticos, y como compañía para personas solas también se pueden mantener relaciones sexuales con esta roboseñorita. Le ha incorporado incluso genio para que no sufra conductas abusivas y pueda defenderse repartiendo bofetones o practicando el spanking (o azote).
Qué gran ocurrencia Mr. Le, ¿también le dice "hoy no tengo ganas" o "me duele la cabeza cariño"? Ah no, qué gracia tendría entonces.
En muchas versiones de otros iluminados de la vida, uno puede elegir el color de los ojos, piel, pelo, senos, cualquier extremidad en principio, como un Mr. Potato de lujo. Además tiene un buen sistema que permite sexo oral y penetración de manera resistente e higiénica. Incluso tienen el detalle de añadirle diferentes personalidades. Qué considerados, no iban a tener todos los hombres la misma. Tenemos desde la más dominatrix, pasando por la tímida, hasta la más maternal. Como dirían en mi pueblo ¡se han cubierto de gloria!
Y es que las robonovias no te abandonan (tampoco pueden porque no andan) y son mucho menos pesadas, en todos los sentidos. El sexo desenfrenado y sin culpa, las prácticas libres de ETS (enfermedades de transmisión sexual), la silicona hipoalergénica y un largo etcétera, las hacen una opción atractiva aunque aquí hay algo que me chirría.
No nos quedemos en la superficie. ¿Acaso estas sexmachine lo tienen todo? ¡Ni por asomo hombre! Al menos el creador reconoce que jamás podrá darle verdaderas emociones o un alma. Igual esas 13.000 palabras se quedan cortas cuando uno busca una mirada o una caricia real que llegue directa a lo más hondo. Que no os engañen, ese fuerte empeño en hacer realidad una fantasía no es una simple cuestión de sexo, porque para eso ya existen las vaginas en lata y masturbadores varios.
¿Cuál es el verdadero porqué de todo esto? Se unen muchas piedras en el camino que pueden hacer pensar a algunos que esta es la mejor elección. La presión social y cultural por la belleza y juventud es muy fuerte. La inseguridad y miedos que ello comporta dificultan las relaciones sociales. Incluso la vida centrada en el trabajo, el poco tiempo libre, el miedo al fracaso amoroso o haber vivido malas experiencias pasadas. En una cultura donde todo es tan formal que la gente no se toca y no tiene ganas de tocarse, aunque sea para darse un abrazo, resulta muy difícil romper esa barrera contradictoria de soledad y llegar a calar hondo.
Tampoco podemos olvidar la imagen que nos llega desde el manga y el anime, ya que constituye todo un ritual obsesivo por el rostro y el cuerpo como altar a las puertas del sexo y el deseo. Bajo estos supuestos las relaciones nunca pueden llegar a ser, ni siquiera, mínimamente satisfactorias. La cuestión es si realmente queremos sustituir a las personas por máquinas a nuestra semejanza solo por evitarnos los malos tragos del amor y el sexo. La silicona está muy bien pero igual se están pasando señores.
Os invito a no renunciar a la humanidad y a encontrar la manera de poder seguir luchando por las relaciones de carne y hueso. Hay muchas personas que merecen la pena ahí fuera, más allá de las pantallas.