Con el paso de los años (y va camino de 70 ya) vamos
conociendo poco a poco más secretos sobre la vida de uno de los
personajes más importantes del último siglo, Adolf Hitler.
Esta vez lo hacemos a través de un documental de National Geographic que nos revela el universo adictivo del dictador.
Según se ha hecho eco el tabloide británico The Mirror, Hitler consumía una gran cantidad de fármacos (más de 80) que contenían anfetaminas, morfina, veneno para ratas y hasta cocaína.
Estas revelaciones son la conclusión a la que se ha llegado tras examinar de manera exhaustiva los informes de su médico personal, Theodore Morrell.
Esos informes revelan que Hitler era maníaco depresivo, hipocondríaco, aterrorizado de padecer cáncer, paranoico por los resfriados y el contacto sanguíneo.
El 'Führer' consumía cocaína para limpiar sus fosas nasales y aliviar sus problemas de garganta, y usaba gotas oculares que contenían un 10 por ciento de esta sustancia.
También estaba obsesionado con su imagen de 'superhombre nazi', el modelo de virilidad perfecta, por lo que, al margen de todo lo anterior, se inyectaba semen de toro para elevar su líbido y de paso complacer a su joven esposa, Eva Braun.
El mismo documental concluye que el dictador padecía Parkinson y graves problemas hepáticos debido al cóctel de fármacos que ingería.
Esta vez lo hacemos a través de un documental de National Geographic que nos revela el universo adictivo del dictador.
Según se ha hecho eco el tabloide británico The Mirror, Hitler consumía una gran cantidad de fármacos (más de 80) que contenían anfetaminas, morfina, veneno para ratas y hasta cocaína.
Estas revelaciones son la conclusión a la que se ha llegado tras examinar de manera exhaustiva los informes de su médico personal, Theodore Morrell.
Esos informes revelan que Hitler era maníaco depresivo, hipocondríaco, aterrorizado de padecer cáncer, paranoico por los resfriados y el contacto sanguíneo.
El 'Führer' consumía cocaína para limpiar sus fosas nasales y aliviar sus problemas de garganta, y usaba gotas oculares que contenían un 10 por ciento de esta sustancia.
También estaba obsesionado con su imagen de 'superhombre nazi', el modelo de virilidad perfecta, por lo que, al margen de todo lo anterior, se inyectaba semen de toro para elevar su líbido y de paso complacer a su joven esposa, Eva Braun.
El mismo documental concluye que el dictador padecía Parkinson y graves problemas hepáticos debido al cóctel de fármacos que ingería.