Décadas atrás había que ocultarse tras un impermeable, sombrero y gafas oscuras para entrar a una pornoshop
si querías conseguir una película o un libro sobre sexo explícito, pero
en la actualidad ya no es necesario tomar precauciones para que una
persona proteja su imagen “decente”. Ahora cualquiera puede entrar en
una librería y comprar sin problemas libros que describen con lujo de
detalles hasta los aspectos más increíbles de las relaciones íntimas
entre un hombre y una mujer.Esto ha hecho que obras como la trilogía de Cincuenta sombras de Grey, de la autora británica E. L. James, o Desnuda, una copia fiel también en tres volúmenes pero mucho más breve, de la estadounidense Raine Miller, figuren en las listas de los best sellers de todo el mundo y no tan solo por un par de semanas, sino por largo tiempo.
Pero si aun así el lector no quiere mirar a los ojos a la cajera o al cajero de la librería cuando va a pagar por estas obras, puede ordernarlas más discretamente por internet y le llegarán por correo en un par de días a su casa.
Aprovechando esta nueva apertura moral en la literatura, la escritora chilena Isabel Allende también ha querido sumarse a la tendencia, lanzando Amor, una recopilación de los momentos más eróticos de sus exitosas novelas, agregándole una simpática parte inicial sobre su experiencia personal en el campo del sexo. A pesar de que sus admiradores ya conocían los segmentos escogidos, el libro ha sido un éxito de ventas por el nombre de la escritora chilena radicada en California.
Lo curioso de esta nueva moda literaria es que Desnuda ha logrado vender ejemplares en gran cantidad, aunque es prácticamente una copia de Cincuenta sombras, pero a un precio más económico, lo que quizás ha llevado al público a adquirirlo masivamente.
La trilogía de James está compuesta por Cincuenta sombras de Grey, Cincuenta sombras más oscuras y Cincuenta sombras liberadas, todos ellos de más de 500 páginas, mientras que la de Miller comienza con Desnuda, sigue con Todo o nada y termina con Sorprendente, de un poco más de 200 páginas. Tiene tórridas escenas de sexo entre sus protagonistas, sin llegar al sadomasoquismo, como Cincuenta sombras.
Solo al abrir las primeras páginas de Desnuda, el lector que ya devoró Cincuenta sombras va poco a poco a poco dándose cuenta de que es una versión también explícita, pero menos detallada que las novelas de James, lo que podría llevarlo a pensar que ha sido estafado.
Cincuenta sombras es la historia del joven y apuesto magnate Christian Grey, quien se enamora y somete a sus más intensos deseos sexuales, incluyendo una elaborada sala de torturas, a la joven estudiante Ana Steele, a punto de egresar de la universidad, mientras que en Desnuda, el magnate Ethan Blackstone, propietario de una importante firma de seguridad, se enamora de la joven estadounidense Brynne Bennett, estudiante de arte radicada en Londres que se mantiene económicamente posando desnuda para fotógrafos especializados en ese campo.
Los dos hombres asignan guardaespaldas-chóferes a sus enamoradas para garantizar su seguridad, aunque Grey lo hace en forma más elaborada, llegando a formar un equipo de personas que siguen cada paso de Anastasia ante la intensificación de los peligros que representan ex parejas y ex ejecutivos del millonario. Los dos guardan cicatrices en sus cuerpos, pero de origen diferente.
Para darle un aspecto actual a la trama, ambas autoras hacen que sus personajes se comuniquen mediante mensajes electrónicos, en lo que Grey aventaja ampliamente a Blackstone haciendo uso de un gran sentido del humor.
¿Será esta tendencia la estrategia que están trazando las editoriales para competir con el cine y la televisión en el tema del sexo explícito, o será una moda pasajera?•
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