El avión de la compañía Alitalia en que viajó el
sumo pontífice, un Airbus A330, aterrizó en la Base Aérea del aeropuerto
Antonio Carlos Jobim de Río de Janeiro a las 15.42 hora local (18.42
GMT), casi veinte minutos antes de lo previsto, tras haber recorrido
9.200 kilómetros desde Roma.
El máximo líder de la iglesia católica, sonriente y
aparentemente muy buen dispuesto, fue recibido al pie de la escalerilla
del avión por la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, quien, como
anfitriona, le presentó uno a uno en la propia pista del aeropuerto a
varios miembros de su Gabinete y al presidente del Congreso, Renan
Calheiros.
Francisco recibió flores de dos jóvenes, a quien agradeció con besos en la cabeza.
El pontífice desembarcó acompañado por el
secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone; y por los
cardenales Marc Oullet, presidente de la Comisión Pontificia para
América Latina, y el brasileño Joao Braz de Aviz, prefecto de la
Congregación para los Institutos de Vida Consagrada.
Al séquito papal se unieron en Brasil el arzobispo
de Río de Janeiro, Orani Joao Tempesta; el presidente del episcopado
brasileño, cardenal Raymundo Damasceno Assis, y el cardenal Stanislaw
Rylko, presidente del Pontificio Consejo para los Laicos.
En su primera actividad en Río de Janeiro el papa
realizará un recorrido por algunas calles del centro de la ciudad a
bordo de un papamóvil abierto y sin blindaje, que inicialmente no estaba
previsto en la agenda oficial.
Tras su primer encuentro con la población,
Francisco se dirigirá al Palacio de Guanabara, la sede de la gobernación
de Río de Janeiro, para la ceremonia protocolaria de recepción y para
un primer encuentro privado con Rousseff.
Cerca de 650 personas estarán presentes en la
ceremonia de recepción en el Palacio Guanabara, incluyendo la jefa de
Estado; su vicepresidente, Michel Temer, y ocho gobernadores regionales,
entre ellos el de Río de Janeiro, Sergio Cabral.
El pontífice no tiene previstas actividades este
martes y el miércoles viajará a la ciudad de Aparecida, en el vecino
estado de Sao Paulo, para visitar el mayor santuario brasileño y la
basílica dedicada a la patrona de Brasil.
Pese a que la Jornada Mundial de la Juventud será
abierta el martes con una misa presidida por el arzobispo de Río de
Janeiro, Orani Joao Tempest, Francisco tan sólo se ceñirá a las
actividades oficiales del evento el jueves, cuando será recibido
oficialmente por cerca de 1,5 millones de personas en el paseo marítimo
de la famosa playa de Copacabana.
Al día siguiente el pontífice regresará a
Copacabana para participar en la escenificación de un Vía Crucis en un
evento en el que también son esperados 1,5 millones de fieles.
Francisco volverá a encontrarse con los peregrinos
en la noche del sábado en una vigilia en el Campus Fidei, como fue
bautizado el descampado en el alejado barrio de Guaratiba en el que fue
construido el altar para la misa campal que presidirá al día siguiente y
con la que concluirá la Jornada Mundial de la Juventud.
Las autoridades brasileñas calculan que unas dos
millones de personas participarán en los diferentes actos del evento,
entre ellos 800.000 turistas extranjeros y brasileños y 300.000
peregrinos de todo el mundo oficialmente inscritos.
La seguridad del pontífice en Brasil será
garantizada por cerca de 20.000 policías y militares, entre ellos 14.600
miembros de las Fuerzas Armadas.
Las medidas de seguridad fueron reforzadas tras
las manifestaciones por mejores servicios públicos que sacudieron Brasil
en junio pasado y que llegaron a movilizar en algunas jornadas a más de
un millón de personas en un centenar de municipios. EFE