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domingo, 19 de mayo de 2013

LOCUTOR JACOBO ZABLUDOVSKY la memoria periodística de América

 El mexicano Jacobo Zabludovsky (Ciudad de México, 1928) es uno de los periodistas más influyentes de América Latina. Durante 30 años condujo el informativo estrella de Televisa, 24 horas. Es un rostro tan conocido en México que no hace falta citar su nombre completo para referirse a él. Basta decir “Jacobo”.
Zabludovsky —o “Jacobo”, para entendernos— es periodista desde hace más de 70 años, uno de los más famosos del continente americano. Su trayectoria ilustra buena parte del siglo XX. Jacobo con Cantinflas, con Maradona, con Frida Kahlo, con el Che Guevara. Un jovencísimo Jacobo con Fulgencio Batista, que le aseguró que la revuelta contra su régimen había sido aniquilada. Jacobo con Castro, entrando a La Habana en 1959. Jacobo con Salvador Allende. Jacobo, al borde de las lágrimas, narrando la catástrofe que dejó el terremoto de 8,1 escala Richter que arrasó la Ciudad de México en 1985.
Pero su vasta carrera no se salva de la polémica. Buena parte de su trayectoria está ligada a los años en que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ejercía el poder hegemónico en el país. Jacobo condujo entre 1970 y 1997 el informativo estrella de Televisa, empresa cuyo presidente —el poderoso Emilio Azcárraga Milmo (1930-1997)— se definía sin complejos como “soldado del PRI”.
Empezó en el oficio a los 14 años como corrector del diario El Nacional. “Así me empezó a gustar el olor de la tinta”, recuerda. Pero la radio es su gran pasión. “Alrededor de la radio estaba todo. La comida, los juegos, las charlas. Ahí estaba el locutor, que hablaba con la gente, con el presidente, narraba los deportes, que contaba las noticias. Y supe que yo quería ser ese señor”.
Pregunta. Usted ha entrevistado a prácticamente todos los grandes personajes del siglo XX…
Respuesta. No a todos, pero sí a casi todos.
P. ¿Quién le impactó más?
R. El Che Guevara. ¡Yo entré con Fidel Castro a La Habana en 1959! Artur Rubinstein. Pau Casals. A él lo entrevisté en Puerto Rico, exiliado. Salvador Dalí. Rufino Tamayo, Diego Rivera, Frida Kahlo… Ella era muy impactante.
P. ¿Era guapa?
R. No era guapa. Era… interesante. La recuerdo pintando, en su silla de ruedas, con un pincel muy largo. Muy chiquita, muy frágil. Pero era un espectáculo verla abrazar a ese sapo enorme que era Diego Rivera, y ver que esa mujer, que él se podía meter en un bolsillo, lo trataba como si fuera su madre: “Mi niño, ya llegaste, estás muy asoleado, vamos a comer”.
P. ¿Y Dalí?
R. Era muy difícil conseguir una entrevista con él. Pero una vez que te la daba, era muy fácil. Era un hombre consciente de los medios. En cuanto se encendían los reflectores, cambiaba. Ya no era el señor Dalí: era el Divino Dalí. Muy culto, divertido.
P. ¿Cuál ha sido la noticia más difícil que ha tenido que dar?
R. El terremoto de 1985 de la Ciudad de México, sin duda. Yo nací aquí. Viví y crecí en la parte más destruida. Vi las oficinas de Televisa, la dirección de noticias que estaba a mi cargo, derrumbadas. Sabía quiénes estaban ahí ese día y sabía que estaban muertos. Fue una mañana traumática. La radio fue lo único que permitió la comunicación en ese momento. Obtuve el premio Rey de España por esa cobertura, pero no me gustó recibirlo, por lo que narré. Al menos doné la parte económica del premio.