En efecto, desde hace varios años, da la impresión de que cada vez que su nombre aparece en el candelero, no ha sido para anunciar un nuevo disco o un nuevo concierto del legendario trombonista al que se considera uno de los fundadores de la salsa a fines de los sesenta y en los años setenta.
Más bien se le ha mencionado en relación con su larga batalla legal con el cantante panameño Rubén Blades, a quien demandó por el cobro que supuestamente le correspondía por un concierto que presentaron hace 10 años en Puerto Rico en conmemoración del 25to aniversario del disco Siembra, su legendaria colaboración.
O tal vez cuando, en 2009, se puso de malas con los intérpretes de todo un género al comentar que el reguetón se había estancado e iba en franca decadencia.
Más recientemente, por supuesto, revoloteó su controversia con René Pérez, de Calle 13, cuando este le salió al paso por un tuit en el que Colón parecía mofarse del padecimiento de cáncer del mandatario venezolano Hugo Chávez al escribir, aludiendo al entonces vicepresidente venezolano Nicolás Maduro: “Dios bendiga a Venezuela que tiene ahora dos presidentes... uno maduro y el otro podrido”.
Y luego, claro está, Colón volvió a encandilar a alguna gente al favorecer públicamente a Henrique Capriles en las elecciones de Venezuela.
Debut a los 17 años
Pero su historia data de mucho antes.
Nacido en el Bronx el 30 de abril de 1950 –el martes cumplirá 63 años–, William Anthony Colón Román, hijo de un obrero de fábrica y un ama de casa, ambos descendientes de puertorriqueños, fue criado por su abuela Antonia en el apartamento que esta tenía en el sur del Bronx.
Antonia, su abuela parterna, había formado parte del éxodo puertorriqueño de los años cuarenta y “había sufrido mucho”. Tal vez eso preparó al niño para enfrentar la realidad que tenía que enfrentar para sobrevivir un adolescente de ascendencia boricua en el Nueva York de los años sesenta, donde por fuerza había que lidiar con las realidades de la violencia y las drogas.
En su caso, su vida por suerte se encarriló tempranamente hacia la música: Colón estudió trompeta y clarinete y eventualmente desembocó en el trombón, influenciado por su admiración por la música de Mon Rivera.
Una vez encontró su son, su desarrollo musical fue tan acelerado que en 1967 –a los 17 años– ya estaba grabando su primer disco, El Malo, que sacaría al mercado la legendaria disquera Fania Records, y que incluía también el debut de otra futura leyenda: el cantante Héctor Lavoe.
Según los críticos, se trató, en efecto, de un disco trascendental para el desarrollo de lo que luego empezaría a llamarse ‘salsa’, creando una nueva versión de la música afroantillana influenciada a su vez por la vida urbana y callejera de los puertorriqueños de Nueva York.
Pero, por encima de todo, era un disco empapado de diferentes corrientes –el bugalú, el jazz– que Colón mezcló innovadoramente con los ritmos latinos y que desde su propio título arrojaba luz acerca de la personalidad de la trayectoria musical que seguiría Willie Colón en el resto de su carrera: rebelde, atrevido e innovador.
La colaboración con Lavoe, en la que Colón empezó a destacarse no tan solo como instrumentista, sino también como compositor y arreglista, se extendería durante más de seis años, produciendo discos que, para algunos, fueron claves para la formación de la salsa como género musical.
Además, Colón se unió –al igual que Lavoe– a aquella célebre constelación de astros salseros, las Estrellas de Fania.
Después de romper su orquesta con Lavoe en 1973, Colón disfrutó en los años siguientes de la época más productiva de su carrera, grabando discos como solista, o en colaboración –o produciendo– con cantantes como Celia Cruz, Ismael Miranda y varios más.
En 1977, entretanto, comenzó su colaboración con Blades, otra figura preponderante del género, y compartió con este la creación de Siembra (1978), considerado el disco de más venta de la historia de la salsa.
Más allá de la música, su vida ha sido igual de diversa: pilotea aviones, por ejemplo, y también ha sobresalido como actor, apareciendo consistentemente en películas, series de televisión y telenovelas.
Y tampoco, claro está, le ha resultado antipática la política: participó en 1993, por ejemplo, en la ceremonia inaugural de Bill Clinton, aspiró fallidamente a asambleísta por el Partido Demócrata en Nueva York y desde 2004 ha sido asesor y representante del alcalde neoyorquino Michael Bloomberg.
Pero incluso en la política, ha parecido seguir una visión muy individual que a veces a algunos les puede resultar difícil de entender: apoyó a Alejandro García Padilla en las pasadas elecciones de Puerto Rico, pero también apoyó al republicano Mitt Romney contra Barack Obama en las de Estados Unidos.
En fin, siempre El Malo.