Un quisqueyano como yo, muchas veces se desanima. Siente que nada consigue despertar la emoción deseada. Muchas veces por las tardes y noches bebo permanecer manteniendo una posición conquistada sin que ningún acontecimiento nuevo me devuelva el entusiasmo. Pero como soy quisqueyano valiente, los amigos comentan: "Tal vez su lucha haya terminado" Eso me da rabia, siendo dolor y confusión al escuchar estos comentarios porque sé que aún no llegue hasta donde quería. Pero es obstinado, y no abandono lo que había decidido hacer. Entonces, cuando menos lo espero una nueva puerta se abre para un quisqueyano como Yo.
Lo sigo afirmando un quisqueyano como yo, siempre mantiene su corazón limpio de sentimiento de odio. Cuando me dirijo a la lucha, recordando las palabras de los que han caídos "Francisco Alberto Caamaño", "El Che Guevara", "Mohandas Karamchand Gandhi", y miles que como ellos perdieron la batalla en el camino.
Todos sabemos que hay un acto de perdonarlo todo, como dijo el gran líder Jesucristo “Amad a Vuestros enemigos” y obedece.
Un quisqueyano valiente como yo no puede bajar la cabeza, pues de hacerlo pierdo de vista el horizonte de mis sueños.
El quisqueyano acepta y comparte con los adversarios que estando allí lo desafía para poner a prueba su bravura, su persistencia, su capacidad de tomar decisiones. Ellos lo obligan al quisqueyano valiente a luchar por sus sueños, a luchar por la desigualdad, a luchar contra los políticos corruptos. Es la experiencia del combate lo que fortalece al quisqueyano valiente como yo.
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