El presidente Hugo Chávez ha regresado a Venezuela, después de 72 días de convalecencia en Cuba, pero hoy lunes por la tarde no se había dejado ver en público. Horas antes —a las 2.30 hora local, según informó el vicepresidente, Nicolás Maduro— aterrizó en el aeropuerto internacional de Maiquetía para ser internado en el hospital militar Carlos Arvelo de Caracas, donde ya se había sometido a una de sus rondas de quimioterapia —la tercera— con que los médicos intentaban vencer el cáncer que se le diagnosticó en junio de 2011.
Según fuentes independientes, su llegada se produjo a bordo de un avión medicalizado habilitado para el traslado desde La Habana. El principal canal estatal, Venezolana de Televisión, difundió una fotografía en la que se le ve bajando por una escalerilla del Airbus presidencial, en compañía de dos de sus hijas, Rosa Virginia y María Gabriela, pero la cadena precisó posteriormente en su página en Internet que se trataba de una imagen de archivo. El exministro de Defensa y uno de los oficiales militares más próximos al régimen, el almirante retirado Orlando Maniglia, había publicado antes una foto similar en su cuenta en Twitter, tuit que luego retiró.
El testimonio de una enfermera del hospital militar, que se identificó con credencial en mano como Dubraska Mora, recogido también por la televisión oficial, iba todavía más allá. Según la presunta empleada, el comandante bolivariano habría ingresado en el centro de salud no solo en pie sino “sin ningún proceso invasivo”, sugiriendo con sus palabras la remisión del tumor que padece.
No hay certeza sobre la situación del enfermo de cáncer. El viernes, en una entrevista en el canal oficial TeleSur, el ministro de Tecnología y yerno del presidente, Jorge Arreaza, se refirió de manera tangencial a los “cuidados paliativos” a los que Chávez estaba siendo sometido. La expresión se reserva para casos de pacientes terminales a los que se ayuda a mantener una calidad de vida decorosa hasta su deceso. El domingo, el canciller venezolano, Elías Jaua, entrevistado por su predecesor y también exvicepresidente, José Vicente Rangel, advertía de que todavía no se puede obviar que el presidente afronta “una situación compleja y difícil”.
El retorno del presidente al país, y las condiciones en que se ha producido, pueden dar a entender que ya se ha recuperado de las secuelas de la operación que se le practicó en La Habana el 11 de diciembre, y que en Cuba no hay nada más que se pueda hacer contra el cáncer que padece, al menos, nada distinto a los tratamientos disponibles en el hospital militar de Caracas, uno de los más prestigiosos y mejor dotados de Venezuela. En el centro sanitario era visible ayer la presencia de tropas de la Guardia Nacional y de la Guardia de Honor, el cuerpo de custodia presidencial.
Si la hora de llegada dada a conocer por las fuentes oficiales es cierta, revela que el Gobierno esperó casi dos horas para difundir la noticia. Fue en la propia cuenta de Chávez en Twitter, @chavezcandanga, alrededor de las 4.15 horas, donde su propio titular celebró: “Hemos llegado de nuevo a la Patria venezolana. Gracias Dios mío!! Gracias Pueblo amado!! Aquí continuaremos el tratamiento!”.
Luego, a través de la red de medios del Estado —cuya programación ha estado consagrada al acontecimiento—, distintos miembros del Gobierno se sintieron así autorizados para saludar el regreso de Chávez. Numerosos seguidores del presidente se concentraron en plazas céntricas de Caracas y otras ciudades. El secreto con que se produjo el regreso, sin la cobertura forzosa que se suele dispensar a los actos presidenciales por todos los medios nacionales, parece confirmar que el Gobierno sigue manteniendo un margen de incertidumbre.
Diversos analistas consultados hoy lunes coincidieron en interpretar la vuelta de Chávez como un indicio de que el Gobierno ha decidido postergar la transición y ligar su propia suerte al desenlace natural de la enfermedad del presidente. Este escenario incluiría la inmediata jura —pendiente desde el 10 de enero— del mandatario para su nuevo mandato y un ejercicio del poder desde las sombras, mientras se recupera o fallece. Si ocurriera lo primero, el Gobierno se fortalecería con el mito de una resurrección; de ser lo segundo, el martirio en directo del líder revolucionario legaría a sus herederos un valioso capital político.
Si el chavismo consiguió atar los cabos institucionales para permitir al ex teniente coronel gobernar en apariencia durante dos meses desde Cuba, poco le costará hacer otro tanto con el presidente en Venezuela. Así las cosas, en las próximas horas cobrarán importancia el momento y modo de una inminente jura de Chávez, que debería ocurrir de una manera que considere las limitaciones del convaleciente pero que asegure, a la vez, un alto impacto simbólico.
La llegada de Chávez también desactiva dos crisis latentes que amenazaban la frágil gestión interina y bicéfala del vicepresidente, Nicolás Maduro, y del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello.
Por una parte, neutraliza los resquemores nacionalistas que, según testimonios recogidos entre los oficiales de las Fuerzas Armadas, venía despertando la permanencia del presidente en la inexpugnable Cuba.
Por otra, niega la razón de ser a la acampada que, desde el pasado viernes, mantenían grupos estudiantiles frente a la sede de la Embajada de Cuba en Caracas y que, sumando adeptos día a día, podía llegar a desencadenar un estallido de descontento. De hecho, los portavoces de la protesta anunciaron hoy que levantaban el campamento.