A simple vista no parece una imagen forzada: un paciente convaleciente de buen aspecto leyendo con tranquilidad el periódico. Al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, no se le ve demacrado, ni cansado ni con mal color. La foto oficial que el Gobierno venezolano ha distribuido no cuadra con la de un paciente con cáncer terminal que ha sido operado cuatro veces para detener la metástasis. Ni tampoco se corresponde con la de un enfermo que en menos de dos meses ha superado una cirugía para cortar gran parte de su intestino, un fallo renal que deja inutilizados los riñones, una grave infección respiratoria y ha estado en coma inducido para soportar su situación. Ni desde luego es la imagen de alguien que hasta hace pocas semanas ha permanecido en una situación crítica.
La explicación es que la lozanía que luce Chavez es solo una imagen con trampa, en opinión de los médicos intensivistas.
Es incapaz de levantar el periódico y ponerlo a la altura de los ojos
El cuello de su suester también está estratégicamente cerrado para que no se vea la traqueotomía, la apertura de la tráquea ni la cánula traqueal a través de la cual se le conecta un respirador que le ayuda a bombear sus pulmones. Puede que su situación no le obligue a tenerlo conectado de forma permanente, pero lo necesitará para respirar con tranquilidad por la noche o en momentos críticos. Esa cánula le impide ahora hablar y necesitará tiempo y rehabilitación para poder hacerlo con propiedad.
Esa foto tan cuidada tampoco permite ver ni un catéter, ni un cable con suero ni una sonda urinaria que suelen tener la mayoría de los enfermos en su situación y que con toda seguridad se esconden bajo la cama.
En la mejor de las situaciones el presidente necesitaría aún de uno a dos meses de rehabilitación para recuperar tono muscular, superar la atrofia muscular que probablemente sufra tras estar tanto tiempo encamado y también más tiempo para recuperar el habla.