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lunes, 7 de enero de 2013

INDIA, Pakistán, Bangladesh y Nepal se hacen eco de las protestas y comienzan a dar pasos hacia la igualdad




65 años de independencia no han conseguido la igualdad de las mujeres. / Saurabh Das (AP)

 


“Fui ultrajada dos veces. La primera cuando me violaron. La segunda cuando fui a reportarlo a la policía: me trataron como culpable y no hicieron nada por condenar al criminal”. Este es el testimonio de Neha, una de las incontables mujeres de India que han sufrido abusos sexuales que han quedado impunes.
El país asiático está conmocionado por la violación en grupo, el 16 de diciembre, de Amantar, una estudiante de fisioterapia de 23 años, en un autobús en la capital, Nueva Delhi, y su muerte dos semanas después a causa de las heridas. Desde entonces, las protestas —algunas han terminado en enfrentamientos— no han dejado las calles de distintas ciudades indias y los detalles de la historia aparecen cada día en las portadas de todos los diarios. “Sacudió conciencias por su brutalidad. Pero, por desgracia, este no es un caso aislado: las violaciones son muy comunes en India”, explica la socióloga Ranjana Kumari, directora del Centro de Estudios Sociales, y coinciden con ella todas las activistas entrevistadas.
Las violaciones se han multiplicado por 10 en los últimos 30 años, hasta llegar a 24.206 casos en 2011, según cifras oficiales. Pero este número podría ser muy bajo comparado con los crímenes que en realidad se perpetran. Aunque cada vez más mujeres tienen el valor de denunciar los ataques sexuales, todavía podrían ser una mayoría las que no se atreven a hacerlo por el estigma social que provoca. De las violaciones que sí son denunciadas y llegan a los tribunales, pocas son condenadas. Solo el 26% en el año 2011, según los datos de la Agencia Nacional de Registro de Crímenes. En el caso de Neha, ocurrido en Nueva Delhi hace seis, la policía no presentó la acusación formal “por falta de pruebas”, dice la mujer, de 30 años. En este entorno, el hecho de que ayer cinco de los atacantes de Amantar fueran imputados (el sexto es menor de edad) es un paso hacia un mayor rigor por parte de la justicia.
“Las mujeres en India se sienten inseguras, piensan que no se ha hecho lo suficiente para protegerlas”, dice la directora del sur de Asia de Human Rights Watch, Meenakshi Ganguly. Uno de los principales problemas podría ser la forma de la policía de abordar los crímenes, dicen los expertos. Los manifestantes están enfurecidos con las fuerzas de seguridad: “La policía de India es una vergüenza: permite las violaciones”, rezaba uno de los carteles. Otros muchos iban en esa dirección.
La policía no siempre elabora los informes y a veces no son hechos por falta de personal o de capacidad de investigar bien, dice la directora de Human Rights Watch. Los medios indios contaron a finales de diciembre el caso de una joven de 18 años que se suicidó en el Estado de Punjab porque había sido violada por dos hombres y la policía tardó demasiado en registrar su caso y no detuvo a las culpables. “Han arruinado mi vida”, decía una nota que dejó.