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lunes, 21 de enero de 2013

EN PLAYAS DE BRASIL HAY UN TORNEO PELIGROSO "Los jóvenes organizan competencias de beber cerveza "

"¡Tres, dos, uno, fondooo! ¡Gise, Gise, Gise! ¡Es una bestia, se la tomó en tres segundos! ¿Viste esooo?", dice casi enardecida una de las amigas de Gisela, que festeja con saltos y grititos la actuación de la eximia representante de su equipo en el arte del "fondo blanco".
Gisela, como otras 31 chicas y 32 varones, es una de las participantes del "campeonato mundial de birra (cerveza)" que un grupo de jóvenes porteños organizó de improvisto la semana pasada en la playa de Ferrugem, al sur de Brasil; algo así como una ingesta de alcohol desmedida que se realizó en estas playas, a la vista de todos y sin la intervención de nadie.
En rondas de a dos concursantes, el desafío era terminar antes que el otro el vaso de cerveza (de aproximadamente 10 onzas). El ganador pasaba a la próxima ronda. Mientras tanto, y antes de cada round, los organizadores ponían la música en alto volumen y el círculo de público que se había formado alrededor enloquecía a los gritos.

"¡Tres, dos, uno, fondooo!" La frase que daba inicio a la competencia, y ante la desesperación por vaciar el recipiente, la cerveza chorreaba de la boca como una baba espumosa. Si los "jueces" consideraban que el líquido derramado era excesivo, el fondo blanco debía repetirse. Cada ganador y ganadora pasaban a la ronda siguiente. Para las semifinales y la final de cada categoría, el reto era por partida doble: en lugar de un vaso, ahora eran dos. Al terminar, había que aplastar el recipiente de plástico sobre la cabeza para dar por concluida la ingesta.
Así, cada uno de los ganadores tomó alrededor de dos litros de cerveza, y con el detalle no menor de hacerlo a la usanza de fondo blanco, en un lapso de, aproximadamente, dos horas.
"Me sale birra de la nariz, de las orejas, no doy más", dice Matías, al consagrarse en las semifinales de su categoría. Le falta el último round. Sus amigos lo alientan fuera del cuadrilátero. Quieren llevarse el trofeo, un pack de doce latas de cerveza que, seguramente, será tomado en la previa siguiente, cuando lleguen a la posada. Ya era casi de noche, y nadie en la playa hablaba de otra cosa que del "campeonato mundial".
La Vikinga, finalmente, dejó atrás al resto y se galardonó entre las mujeres. En andas, sus amigas la llevaron hasta la orilla para el festejo. A la noche, se la vio orgullosa con su trofeo, una copa de plástico rosada, caminando por el centro. Una noche más, "todos quebrados", como dicen los turistas de Ferru. Pero siempre, "con actitud".