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jueves, 27 de diciembre de 2012

PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS negocia contra reloj un acuerdo para evitar la recesión económica

La economía de Estados Unidos y del resto del mundo viven una alarmante cuenta atrás ante un 1 de enero que anuncia una drástica caída del crecimiento si los políticos norteamericanos no son capaces de conseguir un acuerdo que hoy no se vislumbra. Ningún partido tiene mayoría suficiente para sacar adelante sus propuestas en el Congreso. Es preciso un compromiso bipartidista para salvar lo que se conoce como el abismo fiscal, la amenaza de una recesión económica y el hundimiento del prestigio de la primera potencia mundial.
Barack Obama interrumpió ayer miércoles sus vacaciones en Hawaii y regresó a Washington para implicarse personalmente en la negociación de ese acuerdo. Los miembros del Congreso también volverán hoy jueves a sus puestos. Todos han prometido hacer lo posible para evitar ese daño innecesario. Pero nadie ha aportado hasta el momento una solución viable, y las esperanzas están hoy más centradas en encontrar un parche, un pacto provisional, que, al menos, posponga los efectos más dramáticos del abismo fiscal.
Si no hay ninguna clase de acuerdo, a partir del 1 de enero comenzarán a entrar en vigor una cadena de recortes de gastos y aumentos de impuestos por un total de cerca de 600.000 millones de dólares, casi el 5% del Producto Interior Bruto de EE UU. Prácticamente todos los norteamericanos sufrirán un aumento de sus contribuciones a hacienda, 55.000 millones de dólares se restarán del presupuesto del Pentágono y una cantidad idéntica se reducirá de las ayudas al paro, la atención sanitaria a los pensionistas y otros programas sociales. La Oficina de Presupuesto del Congreso ha calculado que, como consecuencia, la economía norteamericana se verá afectada por una fuerte contracción, y el desempleo, que hoy es del 7,7%, superará el 9%. Una desaceleración de esa naturaleza podría provocar un efecto en cadena en otras economías del mundo, particularmente, las que, como las de Europa, más vinculadas están a EE UU.
Incluso un compromiso modesto para retrasar el abismo fiscal, puede causar un serio perjuicio a la economía, en la medida en que se extiende la incertidumbre y los inversores pierden confianza sobre la capacidad de la clase política norteamericana para garantizar la estabilidad que se requiere para la inversión y el crecimiento.