Cual Napoleón en la isla de Elba, Nicolas Sarkozy rumia este otoño la idea de su retorno. Político bonapartista –más próximo al Petit Napoleón, el tercero, que al primero–, Sarkozy digiere mal su Waterloo de las elecciones presidenciales del pasado mayo.
Una instalación satírica con un Nicolas Sarkozy congelado,
Cree que los franceses fueron injustos con él; que su sucesor, el socialista François Hollande, se va a estrellar, se está estrellando ya; y que, quién sabe, la vida da muchas vueltas, igual puede volver a presentarse en 2017. Su esposa, Carla Bruni, declaradamente harta de la política y la prensa política, le anima a que emprenda una nueva vida, a que disfrute de la estupenda villa de ella en Cap Nègre, en la Costa Azul, salga con los amigos comunes del mundo de la moda y el espectáculo, disfrute de los deportes que a él le gustan, gane dinero con otras cosas.
Todo esto es un secreto a voces en París.