Al menos 26 detenidos y 32 heridos en los choques entre policía y manifestantes en los alrededores del hemiciclo, donde miles de personas siguen concentradas en un clima de tensión
clase política ha vivido hoy un nuevo episodio desconocido hasta ahora. Cientos de personas (6.000, según los datos de Delegación de Gobierno), muchos de ellos llegados de otras regiones, han acudido a la llamada de un grupo de activistas a dar un paso más en la muestra de su descontento rodeando el Congreso. Aunque los convocantes insistieron hasta el último momento en el carácter pacífico de la protesta, la tensión ha ido subiendo, se han producido varias cargas, tras las cuales han sido detenidas 26 personas y 64 han resultado heridas, ocho de ellas policías. Todos los heridos, al menos 16 de los cuales han sido trasladados al hospital, tienen lesiones de carácter leve, salvo una persona, con una patología cervical previa, que está grave y presenta una posible lesión medular, informa F.J. Barroso.
Los manifestantes han intentado acercarse a la Cámara por los distintos accesos que dan al Congreso, que está rodeado de 13 callejuelas. Unos lo han intentado por la calle de Cedaceros, otros por la de Zorrilla, otros por la Carrera de San Jerónimo y el grueso lo ha hecho en la plaza de Neptuno, el único punto autorizado por Delegación de Gobierno tras recibir la petición que por su cuenta hizo un indignado de la asamblea virtual. El objeto de la acción es manifestar a los políticos su hastío e iniciar “un proceso constituyente”, según los organizadores. Que el enfado de muchos ciudadanos es mayúsculo se palpa hoy en la calle. Sirva de ejemplo del descontento esta imagen: al salir del cordón policial, un periodista que trabaja dentro de la zona cercada ha sido confundido con un político e increpado por los manifestantes. “¡Es un político!”, gritaba uno. “¡No, es un guardaespaldas!”, decía otro. “¡No, es un tertuliano facha!”.
El despliegue policial es muy amplio. Más de 1.300 agentes; 30 de los 52 grupos de las Unidades de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional, venidos de toda España salvo Asturias, País Vasco y Navarra, están hoy trabajando en Madrid. El motivo de este gran despliegue es la dificultad para calcular la asistencia a las manifestaciones convocadas como esta a través de las redes sociales.
En total hay tres anillos de seguridad en torno al Congreso, dos de los cuáles se cerraron a cal y canto antes de las seis de la tarde. Un grupo de guías caninos más algunas unidades de caballería completan el dispositivo. Al frente de todo, entre los agentes de Neptuno, está el Comisario General de Seguridad Ciudadana, Florentino Villabona. No hay forma de traspasar las vallas que han cerrado el acceso a la carrera de San Jerónimo desde Neptuno. O eso parecía. Sobre las siete de la tarde, empezaron a caer algunos objetos del lado de los agentes: frisbis con mensajes contra el Gobierno, el Congreso y los bancos; canicas; y alguna bolsa con fruta machacada. Otros intentaron poner quejas en el registro de la Cámara (por la mañana muchos lo lograron). Un grupo de manifestantes trató de romper parte de la valla de uno de los extremos de la plaza. En ese momento, la policía intervino. Fue cuando se produjo la carga y se llevaron a los primeros detenidos. Los agentes entraron y desalojaron por la fuerza a todos los que estaban pegados a la valla, ocupando la parte de la calle más cercana al cordón policial.
Esa intervención terminó con los primeros seis detenidos en comisaría, que luego se han convertido en más de una decena. Una de las mujeres, sin un zapato y con los pantalones rotos, pedía a los agentes que por favor no la separaran de sus dos compañeros. Un trozo de valla fue lanzado a los agentes en medio de la trifulca. Hasta ese momento, la única incidencia había sido el arresto de un hombre que se había subido a esa misma valla, horas antes, con una bandera del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) de Sánchez Gordillo.
La intervención, y los primeros arrestos, calentaron los ánimos en la Plaza de Neptuno. Otra veintena de agentes pasaron la valla para controlar a los manifestantes, esta vez con material antidisturbios. Un agente le decía a uno de sus subordinados, que seguía caminando al frente: "No vamos a retroceder ni un centímetro, pero tampoco vamos a avanzar. ¿Has entendido?".
Que la manifestación se esté saldando con incidentes no son buenas noticias para los ocho organizadores imputados por la audiencia Nacional. Uno de ellos, Chema Ruiz, ha dicho: “A las 21.30, hora a la que acaba el permiso de Delegación intentaremos disolver a la gente”. Pero no lo han conseguido. El grupo pretende dar “continuidad” a su acción, aspira a atraer a más colectivos y a seguir convocando movilizaciones.
El despliegue policial es muy amplio. Más de 1.300 agentes; 30 de los 52 grupos de las Unidades de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional, venidos de toda España salvo Asturias, País Vasco y Navarra, están hoy trabajando en Madrid. El motivo de este gran despliegue es la dificultad para calcular la asistencia a las manifestaciones convocadas como esta a través de las redes sociales.
El despliegue policial es muy amplio: más de 1.300 agentes y 30 grupos de las Unidades de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional
Esa intervención terminó con los primeros seis detenidos en comisaría, que luego se han convertido en más de una decena. Una de las mujeres, sin un zapato y con los pantalones rotos, pedía a los agentes que por favor no la separaran de sus dos compañeros. Un trozo de valla fue lanzado a los agentes en medio de la trifulca. Hasta ese momento, la única incidencia había sido el arresto de un hombre que se había subido a esa misma valla, horas antes, con una bandera del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) de Sánchez Gordillo.
La intervención, y los primeros arrestos, calentaron los ánimos en la Plaza de Neptuno. Otra veintena de agentes pasaron la valla para controlar a los manifestantes, esta vez con material antidisturbios. Un agente le decía a uno de sus subordinados, que seguía caminando al frente: "No vamos a retroceder ni un centímetro, pero tampoco vamos a avanzar. ¿Has entendido?".
En medio de la crispación, una señora se acercó a los agentes. Con voz alta, y visiblemente nerviosa, casi entre lágrimas, les recriminaba que no les dejaran acercarse al Congreso: "¿Pero qué esconden ahí? Díganme, por favor. ¿Por qué no podemos pasar? Esa es nuestra casa".