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martes, 4 de septiembre de 2012

El presidente colombiano asegura que los encuentros empezarán en la primera quincena de octubre en Oslo y proseguirán en La Habana. Las FARC aseguran sentirse "optimistas"

Colombia vuelve a darse una oportunidad. Tras medio siglo de confrontación armada con la guerrilla comunista más longeva del mundo occidental, este martes el país inició la travesía en la búsqueda de una salida negociada a la violencia. A las 12.30 de la tarde en Bogotá, el presidente Juan Manuel Santos anunció: “Iniciamos un Acuerdo general para la terminación del conflicto en Colombia” para que “los hijos de una misma nación” no se maten entre sí. Sus palabras fueron pronunciadas en la Casa de Nariño, rodeado de la cúpula militar y de todo su Gabinete ministerial.
El presidente, en su declaración solemne ante el país, explicó los cinco puntos que se firmaron en este acuerdo al que llegaron las Fuerzas Amadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Gobierno, después de año y medio de trabajo preparatorio, y otros seis meses de conversaciones en Cuba. El presidente explicó a los colombianos que ya ha terminado una primera fase de este proceso de paz, que eran las reuniones exploratorias que llegaron a la firma del acuerdo marco que establece las reglas de juego para llegar a un acuerdo final “para que termine de una vez por todas esta guerra”. Se trata del cuarto intento de negociación en tres décadas para acabar con la violencia en Colombia.
Esos cinco puntos acordados son, primero, lograr el desarrollo rural, es decir, posibilidades de que los colombianos menos favorecidos tengan más acceso a la tierra y llevar infraestructura a las regiones más apartadas. Segundo, que la oposición política tenga las suficientes garantías para que quienes disientan y protesten lo hagan sin temor. Tercero, el fin del conflicto armado, la renuncia a las armas y la reintegración de las FARC a la vida civil. Cuarto, combatir el narcotráfico. Y quinto, hacer valer los derechos de las víctimas, para lo que también se necesita el esclarecimiento de la verdad. “Todos los colombianos queremos saber qué pasó, quiénes fueron los responsables de esta violencia”, dijo el presidente Santos.
                             VER VIDEO:
              http://youtu.be/6GKFKen0mi8
Esta comunicación oficial pone fin a un secreto que las partes supieron guardar, lo que para los colombianos en general es un buen síntoma. En anteriores procesos, el ruido mediático provocó un estado de ansiedad que rompía los consensos. La sociedad quedó tan hastiada de las conversaciones con la insurgencia tras el fallido proceso de paz en las selvas del Caguán durante la Administración del conservador Andrés Pastrana (1998-2002) que su sucesor, el expresidente Álvaro Uribe, capitalizó ese estado de ánimo, ganó las elecciones abrumadoramente y se lanzó a una campaña militar sin un minuto de descaso. Santos fue parte del Gobierno de Uribe como ministro de Defensa.
Las conversaciones comenzarán en octubre en Oslo y seguirán en Cuba
Tal vez por eso Santos, durante su discurso, resaltó en repetidas ocasiones por qué este proceso es diferente: “Porque no combatimos por combatir, sino para alcanzar la paz, porque incluimos a las víctimas, a los despojados, a los olvidados. Este acuerdo es diferente porque no tiene despejes, porque no hay cese de operaciones militares, porque las conversaciones se realizaron fuera de Colombia para trabajar con seriedad y discreción”.
La gran diferencia también es que, en esta oportunidad, se seguirá dialogando sin pedirle a la guerrilla un cese del fuego y sin un cese de las operaciones militares. "Las operaciones militares seguirán con la misma intensidad", ha dicho Santos. “Al pueblo pido paciencia, fortaleza”, porque puede que haya un “incremento de violencia, que será respondido con toda la vehemencia”, dijo mirando a los comandantes de policía y Fuerzas Armadas presentes.
El jefe máximo de la guerrilla, Timochenko, en un vídeo difundido por la web de las FARC. / EFE
También a diferencia del Caguán este proceso incluye, además, a los militares. La Asociación Colombiana de Oficiales en Retiro, Acore, pidió al presidente Santos que el general retirado Jorge Enrique Mora, conocido por su mano dura cuando fue comandante de las Fuerzas Militares acompañe, junto con otros tres portavoces militares, los diálogos. Al margen de las exigencias, muchos analistas consideran que el hecho de que vayan a la mesa facilita la reconciliación. Al fin y al cabo, los muertos en su mayoría son guerrilleros y soldados.
De esta manera, el Gobierno de Santos se ha movido con extremo cuidado porque tiene dos retos monumentales: convencer a las FARC a firmar la reconciliación y también convencer a la sociedad colombiana de que el diálogo es la alternativa que hay que tomar en este momento. Para llegar a este punto, desde agosto de 2010 cuando llegó a la Casa de Nariño, ha sacado adelante una legislación progresista: la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, el Marco para la Paz, entre otras herramientas que mostraba sobre la mesa.
Santos pidió paciencia ante posibles nuevos ataques de las FARC
Ahora Colombia espera que llegue la primera quincena de octubre, cuando según el mandatario comenzará en Oslo la segunda fase de estos acercamientos, que son “las sesiones de trabajo reservadas y directas”, que más adelante terminarán en La Habana. La tercera y última fase sería “la implementación simultánea de lo acordado”. Santos aprovechó para agradecer a Venezuela y Chile su acompañamiento en el proceso.
Apenas una hora después de la intervención de Santos, desde La Habana, las FARC presentaban a la prensa internacional un vídeo con la versión del máximo dirigente de la guerrilla, conocido como Timochenko. “Cuánta muerte y destrucción para finalmente concluir que la salida no es la guerra, sino el diálogo civilizado. Nuestra patria no merece esta guerra que declararon contra ella”, dijo el líder guerrillero, que criticó duramente el anterior intento de negociación con el expresidente Pastrana.
“Los alzados llegamos a este intento de reconciliación asediados”, dijo Timoshenko, que advirtió: “La llave de la paz no reposa en el bolsillo del presidente de Colombia”.