El 1 de julio es un día histórico para Chipre. La República asume la presidencia de la Unión Europea durante los próximos seis meses. Por primera vez desde la entrada del país en la UE en 2004, nos encontramos ante un gran desafío. Europa atraviesa un momento difícil, sobre todo en el ámbito económico y Chipre va a intentar encontrar las puertas de salida y crear un terreno de acuerdo entre los países miembros. Se trata de una tarea difícil para un país pequeño, sin experiencia y con capacidades limitadas. Sin embargo, para presidir la UE, ni la experiencia ni el tamaño del país constituyen un obstáculo. Además, existe una serie de mecanismos en la Unión para apoyar las presidencias.
Chipre asume esta presidencia teniendo que afrontar, además de una serie de dificultades prácticas, las amenazas y las insinuaciones turcas [Turquía, que ocupa la parte norte de la isla, ha decidido boicotear la presidencia chipriota y congelar sus conversaciones con la UE durante seis meses]. Esta cuestión se puede gestionar desde el momento en el que Nicosia cuenta con el apoyo de sus socios y de todas las instituciones europeas. 
Pero a este problema se añade el del recurso al mecanismo de rescate europeo. Es evidente que no podía haber un peor momento para solicitar ayuda. No demonizamos el mecanismo de ayuda y tampoco pensamos que sea el fin del mundo. Pero sí creemos que es un error recurrir a este mecanismo unos días antes de asumir la presidencia de la UE. Ahora toda la atención se centrará en este aspecto y desaparecerán de inmediato todas las ventajas de pasar un semestre a la cabeza de la UE. Por este motivo, creemos que si el Gobierno pensaba que era inevitable solicitar la ayuda, se tendría que haber hecho mucho antes.  

Actuar como europeos

Más allá de esto, seguimos pensando que la República de Chipre cuenta con capacidad para valorar la oportunidad que le brinda el ejercicio de la presidencia de la UE. Queremos creer que mediante una buena gestión de la agenda y los temas que marcarán estos seis meses, el ambiente puede cambiar. Basta con que gestionemos los problemas con seriedad y sobre todo, que no perdamos de vista los problemas europeos. En este ámbito y en lo que concierne al problema chipriota, los acontecimientos no deben interpretarse de forma partidista.
Si ejercemos la presidencia concentrándonos en la política interior, será un fracaso total. Nadie quiere proyectar esa imagen. Para no ser testigos de algo así, es necesario que seamos serios y sobre todo, que actuemos como europeos. Además, es la única salida. Hoy, la República de Chipre despliega sus alas para realizar un recorrido corto y de gran importancia. Puede llegar muy alto. Así lo esperamos y lo deseamos.