Egipto se encamina hacia una dura batalla política, de confirmarse los resultados de las elecciones presidenciales que se fueron filtrando a lo largo de ayer. Mohamed Morsi, candidato de los Hermanos Musulmanes, lidera la carrera presidencial y deberá enfrentarse en segunda vuelta a Ahmed Shafik, el que fuera el último primer ministro de Hosni Mubarak. El ganador de las primeras elecciones libres de la historia de Egipto liderará la complicada transición que mantiene al país paralizado y sumido en una profunda crisis económica.
El modelo de Estado que cada uno de los dos candidatos tiene en la cabeza no podría diferir más el uno del otro. El de Morsi es un Estado cimentado en la sharía, la ley islámica, y que no quiere tener nada que ver con un pasado que condenó a la Hermandad a la ilegalidad. El de Shafik, antiguo jefe de las Fuerzas Armadas, representa la continuidad del antiguo régimen, con el que comulgó ocupando distintos cargos. Ni el programa de Morsi ni el de Shafik se aproxima a los sueños y aspiraciones de los revolucionarios de la plaza Tahrir, los que derrocaron a Mubarak hace 15 meses.