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domingo, 22 de enero de 2012

PARECE QUE LA RADIO MUSICAL TRADICIONAL SE HUNDE...!



El periodista Gabriel Posada analiza el oscuro panorama de las estaciones en el mundo.


La cadena Clear Channel pierde con el hundimiento del proyecto de ley S.O.P.A. su última esperanza de obligar a las audiencias norteamericanas a volver a la radio terrestre.

Pero mientras las cadenas radiales tradicionales desprecian y a ratos tratan de entender y aprovechar el streaming, las corporaciones tecnológicas desarrollaron infinidad de dispositivos en qué escuchar MP3, incluso desde la “nube” ¿o es que no ha visto ud. a un portero con audifonitos en su celular? Su selección personal es su nueva radio; él es el DJ. Eso no lo suponían los ejecutivos nacionales que no le creyeron al iPod por caro para el pueblo en general. Recuerdo que, por un lado, Gallego, decía en Caracol que la radio satelital desplazaría el negocio y por el otro, Lalo Correa, pensaba en RCN que el iPod era una moda pasajera. Ninguno pensó en la competencia futura de un Grooveshark o gente cantando canciones desde YouTube; yo menos.

Mientras tanto, hoy en “locombia”, todos los medios tradicionales y los artistas paquidérmicos se hacen las recientes víctimas, estancados en la esperanza de una década de espera a que muriera el MP3 y que las discotiendas locales llegaran al tamaño de Virgin Mega Store, mientras agonizaba Tower Records en el mundo entero y el reciente proyecto de ley Lleras moría en su intento por implementar un absurdo.
Y es que en una economía en la que poco se estimula el crédito y todo se clona, debe producir miedo ingresar los datos de una tarjeta débito para la compra de una descarga, pues, además, iTunes latino América tampoco le va a hacer el milagro a las disqueras en un mercado plagado de piratería en todos los géneros.

El Playlist es el nuevo azote de la radio musical, una que es sorda y que prefiere perseguir audiencias a proponer novedades, pues los bajos estratos le aseguran los numeritos para otro año de pauta de productos populares básicos. Y sus talentos, con notables excepciones, también se volvieron básicos, de salario mínimo; operarios, colegas que no son culpables y que sin embargo, son concientes, hablando cosas. Dos o tres personas por emisora, cero contenidos.

La realidad es que, a pesar de que altos ejecutivos radiales subestimaron la multiplicación de los dispositivos al inicio de la década pasada, los “players” están aquí para quedarse y no precisamente para escuchar radio local retransmitida en el nuevo paraíso de la autonomía del usuario. La música podrá ser la misma, pero se nota más cuando el discurso madio-analfabeto se repite y ahí ya sobra algo [alguien].

La crisis global de la radio musical y del negocio del Broadcasting es evidente. La salida solo la van a encontrar [y ya la encontraron] las cadenas que implementen un paralelo de su oferta de experiencia para el usuario en web y en telefonía, pues ese ya dejó de ser un “oyente” desde que aprendió a buscar en Google.

No me malinterprete, crecí en la radio musical, aún es mi banda sonora mi referente, pero el negocio cambió a su alrededor.

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