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lunes, 24 de octubre de 2011

WikiLeaks suspende operaciones por su situación de asfixia financiera

“La gente se está levantando en todo el mundo contra los bancos”, dice Kristinn Hrafnsson, número dos de WikiLeaks, en conversación telefónica desde Norfolk, Reino Unido. “Y los bancos han lanzado un ataque muy grave contra nosotros; están en posición de derribar a una organización que lucha por la transparencia. Si les dejamos que lo hagan sin ser confrontados, puede que seamos los primeros a los que les pasa esto y no los últimos”.
WikiLeaks se financia mediante donaciones. Hasta diciembre del año pasado, las recibía, en su gran mayoría, vía Internet. El 7 de diciembre de 2010, VISA y Mastercard decidieron dejar de procesar operaciones con destino WikiLeaks. Cuatro días antes lo había hecho Paypal, uno de los sistemas más populares de pago en Internet. Cinco días antes, el 28 de noviembre, se acababa de producir el Cablegate, filtración de escala global que ponía al desnudo a la diplomacia norteamericana y en la que participarón varios periodicos The New York Times,The Guardian, El Pais, Le Monde y Der Spiegel entre otros.
“Es obvio que el gobierno de Estados Unidos ha empujado a las empresas a sacar a WikiLeaks de la circulación”. Lo dice Andreas Fink, consejero delegado de Datacell, empresa de hosting —alojamiento de webs— islandesa que ha interpuesto junto a WikiLeaks una queja contra VISA y Mastercard ante la Comisión Europea por violación de las normas de competencia. La empresa de Fink recibía donaciones y las transfería a WikiLeaks hasta que estas dos compañías le cortaron el grifo. “Excluyéndonos de los pagos nos han retirado del mercado”, asegura Fink en conversación telefónica desde Suiza. Explica que el 99% de las donaciones que recibían para WikiLeaks se hacían con tarjeta de crédito. “Mastercard y VISA son como un monopolio, controlan el 96% del mercado”, añade. Según sus estimaciones, WikiLeaks y Datacell han dejado de ingresar unos 50 millones de euros desde diciembre del año pasado. “El dato me parece conservador”, dice Hrafnsson, “yo hablaría de decenas de millones de euros”.

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