Símbolo de la paz y la libertad con su música de trovador, el cantautor argentino Facundo Cabral ha muerto de la forma que menos merecía: asesinado a tiros por unos sicarios. Acababa de terminar una gira en Guatemala y se dirigía hoy hacia el aeropuerto internacional de La Aurora, en el sur de Ciudad de Guatemala, cuando un grupo de desconocidos le ha acribillado dentro de la furgoneta en la que viajaba con el empresario guatemalteco Henry Fariña.
Desde el salvaje asesinato del obispo Juan Gerardi, lapidado en el garaje de su convento en abril de 1998, 48 horas después de sacar a luz los crímenes del Estado en el combate a la guerrilla de inspiración marxista, los guatemaltecos no habían sufrido una conmoción como la que ha significado el asesinato del cantautor argentino. La noticia corrió como reguero de pólvora y sacó de la cama a todos desde las primeras horas de un sábado normalmente dedicado al descanso. Las estaciones de radio interrumpieron su programación habitual para dar a conocer el suceso. Una población indignada no encontraba las palabras adecuadas para calificar el atentado en contra de alguien a quien se consideraba "muy próximo". Expresiones como "damos una muestra de salvajismo al mundo", "no se puede atentar así contra un hombre que predicaba con el ejemplo sentimientos de paz y amor", eran comunes en emisoras con micrófonos abiertos para la población.
Desde el lugar del suceso, en Ciudad de Guatemala, Alan Alfaro, periodista de la televisión guatemalteca nos informo.
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