Hi-DOMINICANA HiRadios

domingo, 14 de mayo de 2017

BLA BLA BLA RESULTADO DEL FESTIVAL DE EUROVISION 2017 Ningún español quería ver ganar a Manel; él tampoco





El espectáculo televisivo más hiperbólico del año nunca defrauda, y sabe ir más allá de las 26 canciones que lo componen: es un escaparate de las relaciones geopolíticas, un desafío matemático para el espectador y un test para comprobar cuántos colores distintos puede soportar la pantalla de nuestra televisión. La edición superproducida en Kiev (Ucrania) celebraba la diversidad, y lo hacía con tres presentadores blancos y peinados igual.
Uno se pregunta: en caso de celebrarse en España, quién presentaría la gala. El único nombre que nos entra en la cabeza es Jaime Cantizano. Pero tampoco deberíamos preocuparnos de eso. Somos la generación que nunca va a ver a España ganar en Eurovisión.




El triunfador, el portugués Salvador Sobral, agradecía en su discurso que los votantes apreciasen la música "por encima de los fuegos artificiales", y lo cierto es que su canción, Amar pelos dois, recuerda a aquellos tiempos en los que Eurovisión prefería las grandes orquestas a los ventiladores.

Sobral pasó un año de Erasmus en Mallorca, así que su victoria es lo más cerca que España ha estado de ganar desde Salomé en 1969. Tendremos que conformarnos porque eso, conformarnos, es lo único que se nos da bien de verdad en este festival.

Ningún español quería ver ganar a Manel; él tampoco

"El resultado de Manel es una pena, con lo que ha trabajado y la ilusión que le hacía estar en el top diez", lamentaba José María Íñigo comentando el último puesto (el mismo que Lydia en 1999) de Do it for your lover con cinco puntos. Quizá ese sea el problema, que todos los representantes de TVE vayan a la otra punta de Europa, año tras año, con la intención de a ver si quedan décimos. La actuación del catalán de 21 años empezaba con un plano general en el que se veía cómo varias personas de la sala de concursantes se levantaban, seguramente, para ir al baño. Empezamos mal. Manel representa el fracaso de España en Eurovisión (y el éxito de los colegios bilingües) no porque haya quedado último, sino porque Europa le ha recibido con el mismo aburrimiento que él ha demostrado durante su actuación.
Nunca nadie ha estado más triste llevando una camisa hawaiana. Ni siquiera cuando aparecieron tablas de surf en el suelo Manel hizo el más mínimo amago de sonreír o mover las caderas. Por no llevar, no llevaba ni ventiladores. Un poco de viento habría resucitado la actuación, porque ese pelazo no iba a moverse solo, y desde luego Manel no iba a moverlo tampoco. En las redes sociales, la gente se ensañó con el cantante por el gallo que se le escapó durante el supuesto momento álgido de la canción.
Un medio tituló: "Manel Navarro hace el ridículo tal y como cabría esperar". España es quizá el único país que disfruta viendo a sus representantes fracasar. Ningún español parecía querer que Manel ganase. Él tampoco quería ganar. Europa ni siquiera se acuerda de él. Quizá el año que viene, si Televisión Española se anima a reinvertir el dinero que se ahorrará en transporte y alojamiento y gastarlo en un poco de efectos visuales. Porque hasta el spot de la lotería que se emitió durante el descanso tenía mejores gráficos que la playa desierta de Manel.
Chispas y más chispas. Purpurina y más purpurina. El festival es cada año más dorado. Para demostrarlo ahí está la actuación de la danesa Anja.
Chispas y más chispas. Purpurina y más purpurina. El festival es cada año más dorado. Para demostrarlo ahí está la actuación de la danesa Anja. Getty


El guaperas israelí enamoró a Europa

La noche empezaba con un revolcón. Imri se mordía el labio, no como si quisiera hacerle el amor a todos los europeos, sino como si ya lo estuviese haciendo. Es lo más cerca que ha estado Eurovisión nunca de emitir porno. José María Íñigo definió a Imri como "un hombre con una mirada telegénica", lo cual quiere decir que si la cámara hubiera aguantado fija más de tres segundos (algo que no ha sucedido en Eurovisión desde 1997) los espectadores corríamos el riesgo de quedarnos embarazados.

El croata a dúo consigo mismo

En los tres minutos que, tal y como indican las reglas del festival para cada canción, duró My friend, el público atravesó una retahíla de conflictos. ¿Lleva Jacques Houdek una cazadora de cuero? ¿Lleva un esmoquin? ¿Por qué elegir cuando puedes ponerte las dos prendas a la vez? El representante croata cantó consigo mismo, en dos idiomas distintos y con dos tonos de voz diferentes. La realización apoyaba esta dualidad, recreando la escena de Las dos torres en la que Gollum discutía con Smeagol, y Houdek parecía encantado de compartir escenario con su cantante favorito. José María Íñigo, que le describe como "un poderoso caballero" en un eufemismo que también mereció cinco puntos, aseguró que no sabe si ganaría, pero que voz tiene de sobra. Claro que tiene voz de sobra. Tiene dos.
El representante croata cantó consigo mismo, en dos idiomas distintos y con dos tonos de voz diferentes. Un prodigio este Jacques Houdek.
El representante croata cantó consigo mismo, en dos idiomas distintos y con dos tonos de voz diferentes. Un prodigio este Jacques Houdek. Getty


Donde el dorado es una gama cromática

Cincuenta segundos de chispas, un récord para un festival que podrá escatimar en muchas cosas pero nunca en pirotecnia, acompañaron a la danesa Anja. Hicieron falta mucho menos de cincuenta segundos para abrasarle el pelo a Michael Jackson durante el rodaje de un anuncio de Pepsi en 1984. Quizá por ese miedo, Anja se tiró al suelo durante la apoteosis de su canción. O quizá se estaba derrumbando porque de repente cayó en la cuenta de que su actuación iba entre Italia y Portugal.
Al acabar, lo único que quedó un poco abrasado son nuestras córneas. Pero es el riesgo que corremos cuando vemos Eurovisión: cada año perdemos un porcentaje de visión durante la gala. Este es un lugar en el que el dorado es una gama cromática, los presentadores llevan americanas de lentejuelas como si fueran básicos de temporada y se consume semejante cantidad de vatios que no podemos imaginar cuántos pueblos de Ucrania se han quedado sin luz para poder abastecer a ese recinto.

Nadie se lo pasó mejor que el tipo del saxo de Moldavia

Da igual cuánto lo intentes: nunca vas a molar tanto como el señor que toca el saxo en Sunstroke Project, el grupo que representó a Moldavia. Nadie se lo pasó tan bien anoche como ese tipo. Sin quitarse las gafas de sol, hizo suyo el escenario como ese invitado a las bodas que empieza la ceremonia fumando un cigarrillo electrónico contándote que ha dejado el tabaco sin que se lo hayas preguntado y acaba a las seis de la mañana prendiéndole fuego al vestido de la novia por accidente. A los jurados no les hizo demasiada gracia, pero Moldavia consiguió ser tercera en el televoto. Hacía tiempo que la democracia no resultaba tan útil.

Los cantos tiroleses de Rumanía y el cañón

Yodel It!, de Rumanía, ha sido la ganadora moral de esta edición. Partiendo de la base de que todas las canciones tituladas con exclamaciones molan automáticamente, este tema de Ilinca y Alex Florea se nos pegó como un chicle con tanto entusiasmo como el que le puso Alex al intentar besar a su compañera, presa de la excitación, pero se encontró con una mejilla entre poco y nada receptiva. Los cantos tiroleses no nos habían hecho tan felices desde Heidi, hasta el punto de que les perdonamos que sacaran dos cañones sin venir a cuento para no disparar nada con ellos. Mucho cañón y poca mecha. Ilinca hizo bien en pasar de Alex.
A la izquierda está el tipo que mejor se lo pasó de todo el festival, el saxofonista de Sunstroke Project, representantes de Moldovia.
A la izquierda está el tipo que mejor se lo pasó de todo el festival, el saxofonista de Sunstroke Project, representantes de Moldovia. Getty


Las posturas sexis del galán sueco

Robin Bengtsson, el representante sueco, es a Justin Timberlake lo que Scary movie era a Scream: si lo pillas por la tele, tardas un poco en descubrir que no es él. Pero como I can't go on dura tres minutos, nos hizo el apaño. Bengtsson caminaba como si fuese a invadir Polonia, guiñaba el ojo a cámara (actuando en el puesto 24, este truco ya estaba pasado de moda para entonces) y reproducía el baile de Barei, pero sobre una cinta andadora. Así es. Tú siempre dudas de si es buena idea secarse la frente mientras estás corriendo en la cinta y este tipo se marcó una actuación entera haciendo posturas sexis sobre una. En el fondo lo único que garantiza Eurovisión es que, año tras año, los suecos van a recordarnos que son mejores que nosotros en todo.

El trasero de un fan australiano que se saltó las medidas de seguridad

La ganadora del año pasado, Jamala, subió al escenario decidida a demostrar que también puede ser una diva disco. Y a los cuatro segundos de canción aparece un señor con la bandera australiana enseñando el culo. El tipo burló las medias de seguridad y montó su numerito. Resulta paradójico que, en una gala atestada de gente con pelazo, el único calvo que vimos tuvo que saltarse la seguridad para poder salir en la tele. Jamala, por su parte, ni se inmutó y siguió a lo suyo. Es una mujer que ganó Eurovisión con una canción sobre la deportación de tártaros en Crimea ordenada por Stalin durante la Segunda Guerra Mundial. Un trasero no va a afectarle.
Manel Navarro durante su interpretación de 'Do it for your lover'. Quedó último, gallo incluido.
Manel Navarro durante su interpretación de 'Do it for your lover'. Quedó último, gallo incluido. Getty


Cantantes con aspecto de 'influencers'

La mayoría de los cantantes tenían aspecto de influencers o de miembros de la familia Kardashian, y los espectadores más maduros, negándonos a reconocer que estamos demasiado viejos para este evento, intentamos seguir el ritmo como si la juventud fuese una actitud. No lo es.
El representante de los adultos, el italiano Francesco Gabbani, tuvo que coger a su gorila y regresar a Italia con el sexto puesto. No le sirvió de nada partir como favorito, causar sensación en YouTube con más de 114 millones de reproducciones ni desplegar un espectáculo contagioso a medio camino entre un anuncio de Martini y una verbena de pueblo. El festival se lo llevó un chaval introvertido, el único tipo con las cejas sin depilar de toda la gala, gracias a utilizar un asombroso truco: interpretar una canción que le gustó a todo el mundo. Y los portugueses, de paso, demostraron ser más listos que nadie al no dar ni un punto a su competencia directa (Italia y Bulgaria). España lleva décadas tratando a Portugal como a su hermana pobre, y nos acaban de dar un repaso de estrategia. Al final serán los portugueses los que vengan aquí a comprar toallas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario